OPUS MAGNUM. Cuaderno de notas de José Rodríguez-Guerrero |
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Propter longinquitatem, et latrocinia tardissime huc omnia perferuntur. El verano empieza a ser insufrible y hace de la ciudad un enorme horno de reverbero, como un pantagruélico atanor en el que se cuecen varios millones de almas. El calor llevado a estos extremos me saca de quicio, y reconozco que estoy deseando coger mis vacaciones lejos de aquí. Mientras llega ese momento, menos mal que alguien inventó el aire acondicionado, los helados, los refrescos y las piscinas para poder aguantar sin una playa cerca.
Hace unos días estuve interviniendo en una charla sobre el estudio del esoterismo. Los organizadores me invitaron a ultimísima hora y apenas me dio tiempo a preparar mi intervención. En un primer momento no pensaba participar, pero cuando se pusieron en contacto conmigo me transmitieron su pesar por el escaso conocimiento que hay en las instituciones académicas españolas sobre el estado actual en el estudio de estos temas, y yo, que soy consciente de la situación, me animé a echar una mano y exponer mi punto de vista. Su intención era plantear la reunion a modo de “refresher course” para estudiantes de grado y post-grado. Se buscaba una actualización o puesta al día sobre las innovaciones positivas que se están produciendo a nivel académico en el estudio del esoterismo. Los estudiantes presentes eran unos veinticinco, la mayoría de historia y filosofía, alguno de sociología, y algún otro de teología. También se presentaron como teóricos oyentes varios profesores de Toledo, Madrid y Barcelona, si bien terminaron hablando bastante más que algunos de los ponentes. La experiencia pintaba bien a priori, aunque con el paso de las horas, la euforia de los organizadores, y las ganas de que todo el mundo participara, hizo que, más que un curso de orientación, la cosa acabara como una especie de “brainstorming” totalmente libre, donde toda idea era válida y ninguna era rechazada. Eché mucho de menos una clasificación, comparación, cuantificación y clarificación de las concepciones propuestas. Durante mi presentación planteé el concepto de “conocimiento esotérico” como aplicable a toda enseñanza, doctrina, técnica, práctica o rito reservado a una minoría, transmitido por medio de una iniciación y que tiene como fin último, bien directa o indirectamente, un saber de la totalidad de las cosas adquirido a través de la comunión en grado diverso de diferentes vías: razón, intuición e iluminación. Así pues, la semántica del término “esotérico” se mueve entre la filosofía clásica (fuertemente marcada por la metafísica, y apenas por la gnoseología), la iniciación y el misticismo. El estudio del esoterismo tiene un campo de acción tan complejo como heterogéneo, y engloba disciplinas de lo más dispares, bien ténicas generalmente veladas (alquimia, magia natural, magia divinatoria, astrología, etc.), bien doctrinas reservadas: desde los Cultos Mistéricos, el Gnosticismo o el Hermetismo de la Antiguedad, hasta el ocultismo contemporáneo (teosofía, mesmerismo, martinismo, antroposofía, arqueosofía, movimiento espírita, tradicionalismo, perennialismo, etc.), pasando por diversas enseñanzas de la Edad Media, el Renacimiento y la Edad Moderna (cábala judía y cábala cristiana, Catarismo, Iluminismo, Behemenismo, la teosofía de Caspar Schwenckfeld, Valentin Weigel, Johann Arndt y sus seguidores, el Pansofismo, la teología paracelsista, el Swedenborgianismo, etc.). Aclarado el concepto base, expuse los difererentes modos de encarar su estudio dentro de comunidad académica. Según mi particular punto de vista hay tres tipos, que yo denomino descriptivo, normativo e interpretativo. El estudio descriptivo del esoterismo expone los rasgos característicos del conocimiento esotérico en un sujeto dado (autores, textos, documentos, etc.), deslinda su valor autónomo, su objeto, su método, su producción, su lenguaje, sus condiciones y determina su grado de relación con fuentes similares, tanto anteriores como coetáneas o posteriores. Este tipo de estudio adopta una perspectiva multidisciplinar que se apoya en una exacta aplicación del método histórico (heurística, crítica y síntesis), el filológico (ecdótica, crítica textual, cladística, lectura diacrónica), así como en el sometimiento a los requerimientos del método científico propio de las ciencias sociales (ética de la investigación, publicación, revisión por pares, debate, falsación y consenso científicos, etc.). Su acción comprende la historia y la idea de esoterismo en cuanto a sus manifestaciones, sus tipos, sus estructuras, sus funciones y su influencia. Los investigadores actuales que pueden englobarse en este tipo son muchos: Marc Fumaroli, Nancy Siraisi, David C. Lindberg, Carlos Gilly, Moshe Idel, Nicolas Sed, Anthony Grafton, Lawrence M. Principe, Jean-Pierre Brach, Tara Nummedal, Donald Weinstein, Brian P. Copenhaver, Mario Agrimi, Andrée Colinet, Joachim Telle, Hiro Hirai, Barbara Obrist, Carole Preston, Maria Muccillo, Bruce T. Moran, Michela Pereira, Robert Halleux, Wallace Kirsop, Sylvain Matton, Didier Kahn, François Secret, Paolo Lucentini, Annelies van Gijsen, Vittoria Perrone Compagni, Charles Burnett, Mino Gabriele, Jean-Pierre Mahé, Wilhelm Kühlmann, Pasquale Arfé, Pierre Magnard, Cristina Viano, Pinella Travaglia, Richard Lemay, Chiara Crisciani, Pia Holenstein Weidmann, Nicolas Weill-Parot, Isabelle Draelants, Thérèse Charmasson, Jean-François Marquet, David Pingree, Lauren kassell, Alfredo Perifano, Sophie Page, Paola Zambelli, Jean Pépin, Henri Dominique Saffrey, Ilaria Parri, Paul Kunitzsch, Ursula Weisser, Paola Carusi, Miguel Benítez Rodríguez, Sebastiano Gentile, Gunhild Pörksen, Stéphane Toussaint, Maria K. Papathanassiou, Michèle Mertens, Alain Mothu, Urs Leo Gantenbein, Jean-Claude Margolin, Garth Fowden, Luc Brisson, Cesare Vasoli… Muy pocos de estos investigadores se consideran expertos en “esoterismo” de una forma particular, sino que son historiadores o filólogos competentes, sin más. Este detalle es importante, ya que desde mi punto de vista, a la hora de encarar el estudio de un autor concreto, ya sea un esoterista, como si es un médico, un soldado, un político o lo que sea, lo fundamental es dar con una persona competente que utilice el método histórico y filológico de manera exacta. Así, por ejemplo, a la hora de profundizar en la extensa obra de Paracelso (1493-1541) no se requiere un perito en “lo esotérico”, sino un grupo de personas especializadas en diferentes materias que abarquen las diversas temáticas de la literatura paracélsica: medicina, farmacia, teología, filosofía humanista, etc. No en vano, fue el eminente historiador de la medicina Karl Sudhoff (1853-1938), quien puso en valor la obra de Paracelso, inventariando, analizando y editando la parte médica. Su trabajo fue ampliado por Kurt Goldammer (1916-1997), especialista en historia de las religiones, que se dedicó al examen y edición de los tratados de teología. Sus estudios son hoy continuados por un grupo multidisciplinar de profesores entre los que hay historiadores de la medicina (Joachim Telle, Urs Leo Gantenbein), de la ciencia medieval y renacentista (Gunhild Pörksen, Lucien Braun), de la religión (Jean-Michel Rietsch, Carlos Gilly), germanistas (Pia Holenstein Weidmann), filólogos (Wilhelm Kühlmann), etc. En fin, los primeros investigadores dedicados a aplicar el método científico propio de las ciencias sociales a las fuentes esotéricas no estaban dedicados de manera exclusiva a “lo esotérico”. André-Jean Festugière (1898-1982), autor de la celebradísima obra La Révélation d’Hermès Trismégiste (Paris, Les Belles Lettres, 1944-1954, 4 vol.), era un especialista en el pensamiento religioso de la Antigüedad Tardía y de sus relaciones con el cristianismo naciente. Su formación en filosofía y religión tardoantiguas le permitieron profundizar en la génesis y el contenido del Corpus hermeticum como nadie había hecho hasta entonces. El profesor Paul Oskar Kristeller (1905-1999), autor de Die Philosophie des Marsilio Ficino (Frankfurt, Klostermann, 1972) y reconocido especialista en el hermetismo ficiniano, se dedicaba al estudio del pensamiento filosófico propio del humanismo renacentista. Así pudo contextualizar en su época y compender las ideas de Marsilio Ficino (1433-1499), determinando su papel como revitalizador del neoplatonismo y el hermetismo en la Europa del Renacimiento. Por citar un ejemplo más, Lynn Thorndike (1882-1965), autor de la monumental A History of Magic and Experimental Science (New York, Columbia University Press, 1923-1958, 8 vol.) era un especialista en historia de la ciencia en la Edad Media. Sus estudios incluyeron aquellas partes de la ciencia medieval que iban asociadas al conocimiento esotérico: alquimia, magia, astrología, etc. Este mismo patrón de trabajo se puede aplicar a muchos pioneros que yo encuadro dentro del estudio descriptivo del esoterismo: Guy Beaujouan (1925-2007), Ernst Darmstaedter (1877-1938), Charles Homer Haskins (1870-1937), Paul Kraus (1900-1944), Dorothea Waley Singer (1882-1964), Eilhard Wiedemann (1852-1928), Charles Joseph Singer (1876-1960), Julius Ruska (1867-1949), Henry Ernest Stapleton (1878-1962), Edgar Wind (1900-1971), Joseph Needham (1900-1995), George Sarton (1884-1956), Martin Plessner (1900-1973), François Secret (1911-2003), Fuat Sezgin (1924-), Allen G. Debus (1926-2009) y tantos otros. Una segunda forma de abordar las materias esotéricas es lo que yo denomino el estudio normativo del esoterismo. Este segundo tipo tiene tanto de disciplina filosófica como de ciencia social, pues: 1º) Presenta una marcada tendencia ontológica, ya que define “lo esotérico” como Ser, como algo que es, que existe en esencia, independientemente de sus expresiones. Como una ontología examina sus propiedades, estructuras y sistemas con el propósito de establecer sus categorías existenciales. Ocurre así porque los autores de este tipo consideran toda corriente, doctrina, técnica o rito esotéricos como manifestaciones de un mismo saber oculto, único y universal. Según este punto de vista totalmente apriorístico, elementos tan dispares como los misterios eleusinos, el Behemenismo, la alquimia o la antroposofía de Rudfolf Steiner conducirían en esencia a una misma “gnosis”, a un mismo “conocimiento esotérico”. Esta idea choca con el tipo descriptivo, que reconoce la existencia de autores, textos, corrientes o enseñanzas calificables de esotéricas por compartir determinados rasgos culturales, con relaciones e influencias entre muchas de ellas, pero sin inferir la idea de un substrato existencial común. En fin, la inclinación ontológica del tipo normativo supone su mayor problema, pues está conjeturando la existencia de algo inverificable empíricamente, lo que hace que sus representantes en medios académicos sigan, aún hoy, intentando definir el objeto de sus investigaciones sin percatarse de que se mueven en un plano filosófico. 2º) Desarrolla toda una teoría del “conocimiento esotérico”, a modo de gnoseología, que busca determinar su origen y naturaleza. 3º) Presenta sus trabajos como una hermenéutica de “lo esotérico”, que lo esclarece y lleva a la comprensión, pero no en un sentido teórico, sino práctico, esto es, se autoconsidera la praxis o la habilidad de “la adecuada interpretación del esoterismo”. La mayoría de investigadores que sitúo en este grupo se proclaman “especialistas en lo esotérico”, bien en general, bien bajo alguna de sus múltiples formas: cábala, hermetismo, sufismo, teosofía, rosacruces, etc. Algunos nombres clásicos que descuellan por su notoriedad son: Henry Corbin (1903-1978), Martin Lings (1909-2005), Seyyed Hossein Nasr (1933-), Gilles Quispel (1916-2006), Alan Wilson Watts (1915-1973), Pierre A. Riffard (1946-), Joseph Dan (1935-), Louis Massignon (1883-1962), Mircea Eliade (1907-1986), Frances Yates (1899-1981), Jean Servier (1918-), Gershom Scholem (1897-1982), Antoine Faivre (1934-), etc. Muchos de ellos han desarrollado con gran rigor los métodos histórico y filológico (los casos de Corbin, Scholem o Faivre serían los más significativos), otros los desatienden por completo; no obstante todos van más allá de una labor descriptiva y se recrean en una tendencia normativa, que intenta establecer unos criterios por los cuales se justifican o invalidan ciertos conocimientos “esotéricos”. Los investigadores de este tipo suelen asociar “lo esotérico” con elementos antropológicos y religiosos, más que filosóficos o ideológicos. Así, lo consideran un saber universal, “tradicional” (como algo perenne e inmutable) y sagrado (que va más allá de la pura racionalidad y es inabarcable por el lenguaje discursivo). Tal y como comenté líneas arriba, la tendencia a cultivar un método filosófico más que científico hace que sus manifestaciones sean de lo más desiguales y adolezcan de una escasa uniformidad de criterios. Ellos lo atribuyen a que su especialidad se encuentra en una etapa de “construcción de un objeto de investigación”, aunque llevan así más de medio siglo. Sobre esta cuestión recomiendo leer varios trabajos recientes de Wouter J. Hanegraaff: “Beyond the Yates Paradigm: The Study of Western Esotericism between Counterculture and New Complexity”, en: Aries 1:1, 2001, pp. 5-37. Íd., “The Study of Western Esotericism: New Approaches to Christian and Secular Culture”, en: Peter Antes, Armin W. Geertz & Randi R. Warne (eds.), New Approaches to the Study of Religion I: Regional, Critical, and Historical Approaches, Walter de Gruyter, Berlin & New York, 2004, pp. 489-519. Íd., “Forbidden Knowledge: Anti-Esoteric Polemics and Academic Research”, en: Aries 5:2, 2005, pp. 225-254. Íd., “Introductory Remarks on the Study of Western Esotericism”, en: Groniek 167, 2005, pp. 217-235. Dentro de este laberinto “aclaratorio”, Pierre A. Riffard encuentra nueve rasgos constitutivos del conocimiento esotérico y lo define como : “...una estructura antropológica constitutiva del Ser, que se encuentra en todas las sociedades, en todas las épocas, a diversos niveles” (L'Ésotérisme : Qu'est-ce que l'ésotérisme ?, Robert Laffont, París, 1990, p. 135). Su visión, existencialista, universalista y sacralizante, coloca en un plano inferior a los seguidores del estudio descriptivo, a los que él denomina “esoteriólogos”. (L'Ésotérisme, óp. cit., p. 12-13). Antoine Faivre, por su parte, dice que el esoterismo es “una forma de pensamiento” y encuentra sólo seis caracteres que permitan identificar una fuente esotérica (L'ésotérisme, PUF, París, 1992, pp. 13-21). Su aproximación definitoria se apoya, según sus palabras, en un modelo operativo fundado sobre la observación empírica de ciertos fenómenos religiosos, cosa que no dudo; aunque no dice que posteriormente entra en una dinámica normativa, que va mucho más alla de la sola descripción e interpretación de lo observado. El profesor Kocku von Stuckrad nos dice que “lo esotérico” es un elemento de discurso (Diskurselement) de la historia de las religiones en Europa, identificable por cuatro grandes rasgos: búsqueda del conocimiento absoluto; dialéctica entre lo oculto y lo manifiesto; alteración o desviación respecto a la ortodoxia establecida; y diversidad de materias dicursivas, a lo que el autor llama “cristalizaciones” (Auskristallisierungen), la mayor parte de tipo holístico o monista (Was ist Esoterik? Kleine Geschichte des geheimen Wissens, C. H. Beck, Múnich, pp. 7-22). La red de páginas electrónicas del Center for History of Hermetic Philosophy and Related Currents, de la Universidad de Amsterdam, también ciñe “lo esotérico” a pautas religiosas, y ve el esoterismo como una gnosis, esto es, un conocimiento religioso, absoluto e intuitivo, reservado a una élite. Según ellos es una etiqueta propia de cualquier corriente y tendencia religiosa: “...caracterizada por su convicción de que el verdadero conocimiento de Dios, el mundo, y el hombre sólo pueden ser alcanzados por medio de la experiencia espiritual personal o la iluminación interior. Tales “conocimientos” se significan tradicionalmente por medio de la palabra griega gnosis (γνῶσις)”. El etnólogo Jean Servier habla del esoterismo en términos enteramente metafísicos cuando la define como “...la relevación de una verdad oculta, como la clave de una cierta concepción del cosmos, del mundo, y del lugar del hombre en el mundo […], de las relaciones entre la Causa Primera y su creación” (Dictionnaire critique de l'ésotérisme, Presses universitaires de France, París, 1998 p. XVIII. Sobre este caótico diccionario, fallidamente crítico, véase la pertinente reseña de Carole Frosio : “L’ésotérisme entre histoire et tradition (Jean Servier [éd], Dictionnaire critique de l’ésotérisme)”, en: Aries 1:1, 2001, pp. 88-105). En definitiva, si el tipo descriptivo aborda “lo esotérico” como una experiencia, que se puede describir e interpretar con claridad, para el tipo normativo es una existencia a la que intenta buscar un sentido. El tercer tipo de estudio del esoterismo es el interpretativo. Define “lo esotérico” como un sustrato universal de verdades trascendentes, una tradición primordial, anterior a toda manifestación religiosa o espiritual, de orden metafísico, universal e inmutable. Es propio de métodos ahistóricos o seudo-científicos, como el tradicionalismo, la psicología analítica y el perennialismo. Una clave fundamental para identificarlo es que sus autores hablan desde la vivencia personal, pues actuan como auténticos esoteristas. Algunos ejemplos contemporáneos serían: René Guénon (1886-1951), Georges Vallin (1921-1983), Frithjof Schuon (1907-1998), Ivan Aguéli (1869-1917), Marco Pallis (1895-1989), Ananda Coomaraswamy (1877-1947), Julius Evola (1898-1974), Aleister Crowley (1875-1947), Gérard Encausse (1865-1916), Martin Lings (1909-2005), Helena Blavatsky (1831-1891), Rudolf Steiner (1861-1925), Titus Burckhardt (1908-1984), George Ivanovich Gurdjieff (1866-1949), Max Théon (1848-1927), Jean Reyor (1905-1988), Édouard Schuré (1841-1929), Max Heindel (1865-1919), Louis Charbonneau-Lassay (1871-1948), Tommaso Palamidessi (1915-1983), Georges-Auguste Thomas (1884-1966), Jacques Maritain (1882-1973), Lanz von Liebenfels (1874-1954), Guido von List (1848-1919), Jiddu Krishnamurti (1895-1986), Carl Gustav Jung (1875-1961), Marie-Louise von Franz (1915-1998), Aniela Jaffé (1903-1991), Erich Neumann (1905-1960), etc. El estudio interpretativo mantiene una visión holística del esoterismo, pues propugna la concepción de “lo esotérico” como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. Según su punto de vista, las propiedades esenciales del esoterismo no pueden ser determinadas o explicadas estudiando por sí solas las partes que lo componen. Los casos particulares sólo darían una visión superficial y muy parcial de una verdad mucho más profunda y compleja. La mayoría de los representantes de este tipo se mueven en medios extra-académicos, si bien hay excepciones, como el de la psicología analítica, que tendría su evolución más demagógica en la psicología transpersonal. También deja sentir su influencia en representantes del tipo normativo, ya que comparten una visión ontológica del esoterismo. Por ejemplo, el historiador de la religión Mircea Eliade desarrolló en su etapa rumana muchos conceptos centrales de su obra que derivan directamente de los autores tradicionalistas: la noción de correspondencia antropo-cósmica, de símbolo, de centro sagrado, de cualidad “cíclica” del tiempo tradicional, de construcción humana como repetición de la cosmogonía, de sacrificio como reintegración, de androginia, etc. Véase sobre este asunto: Natale Spineto, “Mircea Eliade and ‘Traditional Thought’”, en: Bryan Rennie (ed.), The International Eliade, State University of New York Press, Albany (NY), 2007, pp. 131-47. * ¿Quieres hacer un comentario a esta noticia? Envía un correo con tu comentario y el nombre de la noticia en el campo de “Asunto”. Comentarios (2)
* Comentario de
Iván Elvira
|31.7.09|:
Saludos José, Iván Elvira
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Comentario de
José
Rodríguez-Guerrero
|1.8.09|:
Iván, tienes toda la razón. Las interpretaciones generales sólo pueden
aventurarse con el soporte de la crítica, tanto histórica como
filológica, que en los casos que aquí nos interesan está por hacer.
Debemos ser conscientes de que el número de ediciones críticas es
ridículo en comparación con la literatura conocida para cada tema en
paticular. ¿Cuántos tratados de cábala cristiana hay en edición crítica?
¿cuántos de teología paracélsica? ¿y de magia divinatoria? La mayoría de
las veces te puedes dar con un canto en los dientes si encuentras una
edición diplomática decente de algún texto importante; la literatura
media suele quedar sin estudiar, muchas veces incluso sin leer; las
fuentes manuscritas y la documentación menor duermen en las bibliotecas
un sueño del que probablemente nadie las despertará. José Rodríguez
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Acerca de este weblog
Opus magnus es
el nombre que he elegido para encabezar un pequeño cuaderno de notas,
cuyos contenidos están relacionados con el día a día de mi afición a la
alquimia. Incluiré en él una serie de comentarios, redactados todos en
un tono informal, que no tendrían cabida, ni sentido, en un texto
académico. “...los hombres no transmiten totalmente esta ciencia; los genios inspiradores son celosos y no se encuentra la vía. Se busca en vano a aquellos que la saben, y los escritos no tienen precisión. La materia es múltiple; el desaliento llega; y la obra no se cumple sin una gran fatiga, con lucha, ímpetu y movilizándose. El destino introduce el descuido en estas cosas, trabando nuestra búsqueda, enredándose por todas partes, por fuera y por dentro, ocasionando a veces desidias, a veces temor, a veces lo imprevisto, en otras ocasiones las aflicciones y en otras los castigos, todo ello a fin de hacernos abandonar”. Olimpiodoro. (s. IV d.C). Archivo 2009 2008 Mis Páginas Favoritas
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Alchemy Web Site Sobre el autor Una de mis grandes aficiones es el estudio de los textos alquímicos. En relación a este asunto, me encargo de editar la revista Azogue, y de formar una pequeña biblioteca que pueda servir a otras personas interesadas en la misma materia. Datos del autor (en inglés).
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