OPUS MAGNUM. Cuaderno de notas de José Rodríguez-Guerrero

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Librerías de Madrid.
Lunes, 14 de abril de 2008.

Este ha sido un fin de semana muy movido. Desde el viernes estuvo aquí mi amiga Estefanía. ¡Se portó muy bien conmigo en Londres, así que no podía ser un mal anfitrión! El Ayuntamiento de Madrid ha traído a varias personas como ella para explicarles un plan de urbanismo, que consiste en hacer del eje Pez-Luna una especie de “Soho” madrileño. No sé yo cómo va a acabar el proyecto, pero al menos han comprado y cerrado casi todos los puticlubs que inundaban la zona. Yo he andado mucho por esa parte de Madrid, atravesada por las correderías de San Pablo. Todavía voy algunas veces a tomar una copa con los amigos por Malasaña. Si lo visitas por el día puedes encontrar muchas tiendas raras e interesantes. Algunas ni siquera dan a la calle. Están en pisos y sus actividades vienen en placas colocadas en los portales. Hace años había allí un especie de bazar de antigüedades, regentado por dos jóvenes, Juan y “Celes”, a los que les gustaba buscar instrumental científico. Tenían gustos más raros que los míos, que ya es decir. No creo que haga falta explicar lo que les compraba. El lugar era una chapuza curiosa, con un murciélago pintado en la puerta. Siempre que entraba me metía con ellos, porque todavía me pregunto: ¿qué tiene que ver un murciélago con antiguedades de ciencia? Cerraron hace casi diez años, cuando Juan falleció en accidente de tráfico. “Celes” trabaja hoy con un reconocido anticuario madrileño.

También había en Malasaña un par de librerías que he frecuentado cuando era un chaval, antes de empezar a moverme fuera de España y, por supuesto, antes de Internet. Destacaba la Librería Kier, en la Calle Velarde, muy cerquita del hoy famoso Tupperware. Luis Cárcamo andaba por ahí vendiendo libros sobre esoterismo desde principios de los años Setenta. Este hombre estaba muy enganchado por la alquimia y le había dedicado una sección entera al tema, cuando en otras librerías de Madrid o Barcelona no se encontraba ni un solo libro. Incluso llegó a publicar varios títulos, sobre todo de alquimistas franceses, bajo el sello de “Luis Cárcamo Editor”. También tenía contacto con aficionados de toda España y, cuando alguno de ellos se sentía desencantado, sus libros acababan en las estanterías de Kier. Así, los títulos raros y agotados aparecía allí como caracoles tras un día de lluvia. Para mí era una mina. Hace quince o veinte años, coincidí en ese lugar con varios personajes curiosos. Uno de los primeros fue Manuel Algora Corbi. Yo era el cliente más joven de la tienda y él un tío nervioso que no paraba de moverse mientras hablaba. Parecía que iba a tirar un penalti. Este Algora Corbi cometió la imprudencia de creer que la experimentación alquímica es algo así como el Quimicefa. Los vapores de mercurio no es algo con lo que se pueda estar jugando. Le ayudó en estas empresas suicidas un tipo llamado Pedro Jiménez Menéndez, alias Simón H., que es el típico alquimista iluminado. Ha escrito varios libros alucinantes, propios de Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como...), donde hace competir una fantasía desbordada con un egocentrismo rebosante de autosuficiencia.

La Librería Kier terminó cerrando en Madrid y se emplazó en Villaviciosa de Odón. Desconozco el local y su actividad actuales. Todavía siguen abriendo un puesto en la gran Feria del Libro de Madrid. Allí paso a saludarles alguna vez, aunque ya no trabajan el tema de la alquimia con especial empeño.

¡Ah, por cierto! Me ha escrito un lector diciéndome que le parece interesante este cuaderno de notas, pero que no entiene la razón de poner cosas ajenas a la alquimia. Lo cierto es que lo hago para que el lector pueda tener un perfil aproximado de lo que es un aficionado a la alquimia. Mucha gente se piensa que las personas dedicadas a este tema son una especie de hikikomori, que viven enterrados entre libros y matraces, o que apestan a azufre al salir de casa. Otros se piensan que soy un tío montado en el dólar, que investiga a cargo de la universidad y que publica esta web sin demasiado esfuerzo. Si así fuera no tendría que levantarme todos los días a currar a las cuatro de la mañana...

En fin, el miércoles viene Pedro Rojas, mi viejo y querido amigo, con el que empecé a publicar los primeros números de Azogue. Está de visita en España durante unos días, así que hemos quedado para vernos la semana que viene. Pedro trabaja ahora para Holcim y vive en Suiza. Su mujer, Lyda, además de encatandora como persona, es fanática del baloncesto igual que yo, así que nos iremos a Vistalegre para ver el Real Madrid - DKV Joventut.

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Amoureux de science.
Miércoles, 9 de abril de 2008.

El pasado fin de semana estuve comiendo en Casa Ananías con Miguel López y Mar Rey. Es un placer charlar con ellos, porque siempre aprendo cosas nuevas. Aproveché para preguntarles varias dudas sobre algunos manuscritos que he encontrado en la Biblioteca Nacional y cuyos autores me eran desconocidos. También surgieron nuevas propuestas, como la posibilidad de organizar una sociedad española de historia de la alquimia y temas afines.

Miguel es un verdadero “amoureux de science”, que diría el poeta y alquimista Jean de La Fontaine (1413). Sólo así se comprenden sus maravillosas “locuras de enamorado de la alquimia”, como el congreso que está montando en San Lorenzo de El Escorial. Lo que empezó, hace dos años, como un proyecto para reunir a seis o siete amigos suyos en el mismo lugar donde Felipe II tenía su laboratorio de destilados, se ha convertido hoy en un evento internacional de casi una semana. Las actas de lo que allí ocurra serán publicadas por Brill Academic Publishers.

Respecto a Mar Rey, creo que sabe la profunda admiración que siento por ella desde hace mucho tiempo. Lo mejor que he leído de un autor español reciente ha sido su tesis sobre los destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias españoles, parcialmente editada con el título de Los Señores del Fuego (Madrid, 2002). Conoce perfectamente la materia, está al corriente de las últimas publicaciones y tiene muy buenas conexiones a nivel internacional. Estoy convencido de que, si alguna universidad española la hubiera integrado entre su profesorado, habría desarrollado grandes proyectos. Pero sobre todo, habría sido la piedra angular sobre la que podrían haberse apoyado muchos nuevos investigadores para profundizar en estos complejos temas. Esa labor pionera ya la hicieron, hace bastantes décadas, Lynn Thorndike en los Estados Unidos y Frances Yates en el Reino Unido o, más recientemente, François Secret y Guy Beaujouan en Francia, Robert Halleux en Bélgica, Chiara Crisciani en Italia y Joachim Telle en Alemania. La capacidad de trabajo de Mar, aún manteniéndose fuera del entorno universitario, no deja de admirarme. Prueba de ello es la conferencia internacional sobre Lastanosa, que organizó a petición del Instituto de Estudios Altoaragoneses en 2007. El plantel de nombres que acudieron a su llamada fue fenomenal.

En fin, su caso no es único. Pamela O. Long habla con naturalidad de su exitosa carrera como historiadora de la ciencia fuera del sistema universitario. Expone en el boletín de la History of Science Society sus primeros problemas para publicar y darse a conocer durante los años de post-doctorado, el tiempo que le ocupaban las labores docentes, amén de los ridículos sueldos que no le permitían desplazarse para consultar las fuentes necesarias en investigaciones de verdadero calado. Tras varios años de dudas, Pamela tomó una decisión que justifica con una contundente frase: “Para tener el sueldo de un empleado de McDonald’s, trabajo en un McDonald’s”.

El caso es que el sistema norteamericano, rico en historiadores de la ciencia, sí puede permitirse tener a doctoras de este genio fuera de sus instituciones, pero no creo que sea el caso de España.

En otro orden de cosas, un librero amigo me ha puesto en contacto con un bibliófilo malagueño, que quiere desprenderse de algunos libros sobre historia de la ciencia árabe. Su intención es centrar su biblioteca en la medicina y sacar dinero para ampliarla. He hablado con él por teléfono. Me ha concretado que tiene más de setenta títulos sobre alquimia árabe. Es un número sorprendente y habrá que verlos. Le he pedido una lista o, si lo prefiere, que me concrete un día para hacerle una visita y echar un vistazo a ese material.

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* Comentario de Mar Rey Bueno |12.4.08|: Querido José, Has conseguido abrumarme con tus espléndidos comentarios. Sabes que nuestra admiración es recíproca. Es más, cuando leo tus trabajos en Azogue me siento una aficionada. Nadie como tú domina las fuentes primarias y secundarias con tal maestría. Cualquiera que no conozca tu método de trabajo consideraría que tienes una varita de zahorí, capaz de sacar manuscritos y textos centenarios de los lugares más insospechados. La realidad, por supuesto, es otra. Nada tiene que ver con magias o hechizos; más bien se relaciona con la búsqueda sistemática de datos en todas las bibliotecas y archivos que se ponen a tiro de tu trabajo investigador.
Gracias por estar siempre ahí, dispuesto a responder mis dudas alquímicas, que son muchas y nutridas.
Mar

 

The Times y los tiempos que corren en España.
Jueves, 3 de abril de 2008.

Alfonso me invitó anteayer al concierto que dio en La Riviera su grupo “brit” favorito: The Editors. Estuvo bien, es una banda muy interesante. Hago este comentario porque, a eso de las once de la noche, mientras se marcaban un espectacular cover del Lullaby de The Cure, me llamó Miguel López para darme una gran noticia. Entre voces y confusión me enteré de que el Times Literary Supplement está muy interesado en la conferencia internacional que Miguel organiza en San Lorenzo de El Escorial. Uno de sus editores quiere hacer un “advert” para todos sus lectores. ¡Sin duda servirá para darle bastante publicidad! Estamos hablando del suplemento cultural más importante del mundo, con una tirada de más de cien mil ejemplares semanales. Además, el 88% de sus subscriptores tiene formación universitaria y un 36% están doctorados en sus respectivas ramas.

Personalmente no me ha chocado la noticia porque, por las opiniones que he ido pulsando, la espectación a nivel internacional (sobre todo en USA y UK) está siendo notable. No es para menos, pues se trata del mayor evento jamás organizado sobre historia de la alquimia, y uno de los mayores de los últimos años sobre historia de la ciencia medieval y moderna.

No se lo he dicho a Miguel, aunque tal vez lo lea aquí... y siento no ser diplomático, pero tengo que escribir lo que pienso: lo que sí que me habría sorprendido es que se hubiera interesado algún diario español de tirada nacional, o alguna institución española de peso como la Comunidad de Madrid o el Ministerio de Cultura. Esta misma mañana me he enterado de que la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas ha puesto su X congreso (el anterior fue en 2005) en las mismas fechas que el del San Lorenzo de El Escorial. ¡No tenían otros cinco días libres en tres años! De verdad que, mientras tecleo, me parto de risa; porque encima no lo hacen a propósito, sino que no tienen ni idea de lo que se cuece por ahí. Ellos a su aire... ¡alucinante!

En otro orden de cosas, me llamó hace unas semanas un estudiante de la Universidad de Salamanca llamado Iván Elvira. Quiere hacer una tesis de doctorado sobre algún aspecto de la filosofía hermética. Le he planteado cómo está el tema en España y sus futuras salidas profesionales (o sea, ninguna). No sé de qué manera se lo habrá tomado, pero yo me habría hecho cruces nada más colgar el teléfono. Lo más sensato sería proyectar su trabajo a nivel internacional. Yo le he animado a contactar con especialistas solventes en materia de hermetismo, como Paolo Lucentini o Vittoria Perrone Compagni, para que le orienten de manera adecuada.

Iván parece tener muchas ganas de lidiar con el hermetismo. Sin duda, tiene por delante una ardua tarea. Hacer una buena tesis en España sobre este tema se me antoja un “trabajo de hércules”. Pero está claro que el que algo quiere algo le cuesta. De momento, y como él es una rara avis en el panorama universitario español, me ha parecido interesante que elabore un weblog, donde poder poder dejar sus impresiones personales, las ideas que le surjan cada día, sus aventuras y desventuras intentando llevar adelante su proyecto. Además, también le servirá para ir liberando sus ideas y contactar con más gente interesada en este asunto.

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* Comentario de Miguel López Pérez |9.4.08|: Hola, José. Me lo he leído todo, todo. Buena y agradable iniciativa. Frente a los tropezones que algunos parecen poner, he descubierto un remedio infalible. Es el de “pasear y alquimia”. Te explico. Ayer por la tarde fui a San Lorenzo de El Escorial a las cinco. En la puerta del colegio “Alfonso XII” me esperaba Agustín Fernández. Ya sabes, uno de los pocos que lee latín directamente y que se ha leído todos los textos de Alquimia de la Biblioteca del Monasterio. Teníamos cita con el Director del Colegio, quien nos enseñó las habitaciones que podríamos usar para el Congreso. Fue algo espectacular Están mirando al patio interior, a la altura de las cuatro figuras de arriba. Se ven tan cercanas que puedes tocarlas. El techo está inclinado, porque es la última planta de ese enorme edificio. Todo en silencio. Por cierto, el Director es encantador y tenemos todas las facilidades del mundo. Incluso podríamos dar a alguien el gustazo de dormir en una celda monástica: una experiencia impresionante. También nos acompañó mi amigo Quique (quien me introdujo el gusano de todo esto hará xx años), y en el fondo, el culpable original del Congreso. Los tres, ya solos, y con las llaves que nos dejaron, visitamos el pequeño museo de Historia Natural que se enseñará en el Congreso. Es un gabinete de naturalia exquisito, que se lleva haciendo siglos. Hasta el punto de que hay, por ejemplo, dos mandíbulas de cachalote que le regalaron a Felipe II y que pescaron en aguas de Gibraltar. Eso por no hablar de animales extinguidos y minerales rarísimos. Todo un lujo, José, que ya disfrutaremos.
Un abrazo de tu tercer lector.

Miguel

 

Contextualización.
Martes, 1 de abril de 2008.

Esta semana he estado leyendo varias cosas, entre ellas el último número de la revista Early Science and Medicine (Vol XIII, nº I, 2008). Hay un artículo muy interesante de Chiara Crisciani, titulado Opus and sermo: The Relationship between Alchemy and Prophecy (12th-14th Centuries). La profesora Crisciani perfila muy bien la definición medieval del alquimista a modo de “profeta”, que aparece ya en el mito árabe de Hermes Trismegistos. Su comentario se centra en fuentes Occidentales, sobre todo en las primeras traducciones al latín (Liber de Compositione Alchemiæ, Septem tractatus seu capitula Hermetis trimegisti, Turba philosophorum, etc.), y continúa con plumas propiamente europeas como Constantino de Pisa, Bonaventura de Iseo, Pietro Bono, el magister testamentum y el tratado seudo-Arnaldiano Exempla in artem philosophorum. El estudio es una introducción al tema y deja para otra ocasión los casos más complejos, como Johannes de Rupescissa, Guglielmo Fabri, Giovanni Mercurio da Correggio o el célebre Buch der Heiligen Dreifaltigkeit.

El artículo me ha gustado mucho, porque la autora aclara muy bien el significado del término “profeta” en la Europa medieval, tanto a nivel social como en otro más erudito, presente desde Casiodoro o Gregorio el Grande, hasta Alberto Magno. El profeta no era un adivino, o un vaticinador, sino un hombre que, fruto de su entrega total a Dios, recibe el don de descubrir, tanto en las Escrituras como en la naturaleza misma, las cosas ocultas para el resto del vulgo. El texto profético era, por tanto, aquel que contenía un conocimiento adquirido por inspiración de Dios, fruto de un proceso personal de observación, examen, meditación, gracia divina, percepción de lo oculto, comprensión y finalmente comunicación de lo aprendido. Podemos hablar así de una especie de filosofía natural iluminada por Dios.

La contextualización que Crisciani hace del término “prophetizare” es un ejemplo perfecto del modo empleado hoy para estudiar los textos alquímicos dentro del campo histórico-crítico. El lector debe tener siempre presente que los autores del pasado, desde los tardo antiguos hasta los renacentistas, tienen unos evidentes fundamentos filosóficos y metafísicos, que sólo pueden comprenderse si se estudian según los cuadros cosmológicos, ideológicos y sociales de su época. La descontextualización es el mayor vicio en la interpretación de las obras alquímicas.

La mayoría de los aficionados a este tipo de literatura a un nivel extraacadémico, incluso a veces a nivel académico (sobre todo en numerosos casos que he visto en España), suelen tener un enfoque ahistórico, que redunda bien en una estupefacción del lector (que no comprende las sentencias, las analogías, los símbolos, etc.), o bien en la realización de comentarios sui géneris, donde los conceptos originales son reinterpretados por cada analista si más criterio que su intuición personal. Las palabras de los tratados alquímicos son así alteradas, reorientadas y embutidas en todo tipo de moldes, sin que las aclaraciones finales tengan nada que ver con las ideas originales del alquimista a estudiar.

Si, por ejemplo, queremos entender un tratado como el Testamentum seudo-Luliano, lo primero que debemos hacer es situar a su autor en el tiempo y conocer en qué entorno intelectual se movió. Gracias a la edición crítica de esta obra, realizada por Michela Pereira en 1999, sabemos que fue redactada en el primer tercio del siglo XIV, por un alquimista originario de la región de Languedoc-Rosellón. Los conceptos manejados por el magister testamentum (substancia, materia prima, virtud celeste, temperamento, forma, untuosidad, mixtura, húmedo radical, decocción, complexión, acto, digestión, corrupción, generación, etc.) se nutren del aristotelismo medieval, tanto del más filosófico (Alberto Magno, Tomás de Aquino, etc.), como del aristotelismo científico (esencialmente el canon de la facultad de medicina de Montpellier establecido en 1309, con Avicena, donde la filosofía aristotélica se funde con elementos neoplatónicos, Galeno, Rasís, Hipócrates y Arnaldo de Vilanova).

Los recientes trabajos de investigadores plenamente especializados en la historia de la alquimia, como Cristina Viano, Paola Carusi, Barbara Obrist, Didier Kahn, Antoine Calvet, William Newman, Antonio Clericuzio, Hiro Hirai, Sylvain Marron, Robert Halleux, Pinella Travaglia o Joachim Telle, evidencian que los alquimistas elaboraron unos discursos marcados por una tensión dialéctica entre la práctica del laboratorio y la teoría, esta última basada en los modelos filosóficos imperantes en cada época. El mismo artículo de Crisciani, que aquí estoy comentando, afirma en su introducción: “Uno de los resultados más útiles obtenido en las últimas décadas por el trabajo de investigación, ha consistido en mostrar que la alquimia no tiene siempre las mismas características, independientemente de su entorno cultural, como si fuera la expresión de una verdad intemporal, según es retratada por la interpretación esotericista. Por el contrario, es patente su gran diversidad, sus muy significativas variaciones, y en muchos momentos sus radicales cambios en sus patrones teóricos”.

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Acerca de este weblog

Opus magnus es el nombre que he elegido para encabezar un pequeño cuaderno de notas, cuyos contenidos están relacionados con el día a día de mi afición a la alquimia. Incluiré en él una serie de comentarios, redactados todos en un tono informal, que no tendrían cabida, ni sentido, en un texto académico.
 


Dicta philosophorum

“Hijo, mira bien cómo obra la Naturaleza, para que puedas imitarla con industria y seguir sus pasos en cuanto sea posible, y en lo que no es viable imitarla, suplirlo por intelectual ingenio, pero siempre respetándola”.

Seudo-Ramón Llull (1332).
Testamentum.
 


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Sobre el autor

Una de mis grandes aficiones es el estudio de los textos alquímicos. En relación a este asunto, me encargo de editar la revista Azogue, y de formar una pequeña biblioteca que pueda servir a otras personas interesadas en la misma materia.

Datos del autor (en inglés).
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Revista Electrónica Azogue

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