- VICENTE GONZÁLEZ RAMOS. "Un Romance Castellano de Tema Hermético". «Azogue», nº 1, Enero - Junio 1999, URL: http://www.revistaazogue.com

 

Vicente González Ramos

UN ANÓNIMO ROMANCE CASTELLANO DE TEMA HERMÉTICO

 

 

En el tomo III de las "Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona" (discurso pronunciado el día 16 de noviembre de 1877) el señor José Ramón de Luanco da noticia de un interesante escrito titulado "Romance de Mercurio por otro nombre Hermes Trimagisto". Al parecer lo había localizado en un manuscrito misceláneo de la segunda mitad del siglo XVI junto a diversos tratados alquímicos que describe detalladamente en su libro "La Alquimia en España" (1). Tenemos aquí un romance castellano que era expresamente relacionado con la alquimia en tiempos de Felipe II, lo que hace de él una pieza única por ser uno de escasísimos de este género identificados en la literatura española. En realidad más que "alquímico", que es una expresión de carácter notablemente técnico en aquellos tiempos, creo que sería más correcto calificar su contenido de "hermético" o "mito-hermético", esto es, pone en relación de manera simbólica supuestos procesos de la Gran Obra y los personajes de la mitología greco-latina en un tono fundamentalmente especulativo. Así cuando dice en el extraño comienzo: "En el tiempo que Mercurio en Occidente reinaba..." podría estar aludiendo veladamente a la negrura o putrefacción (occidente) de la materia del alquimista tradicionalmente identificada como "Mercurio".

Por otra parte también debemos considerar que este mismo romance circuló en varias versiones, siendo conocido con el título de "El Infante Troco" e incluido frecuentemente por los copistas como uno de tantos romances de temática caballeresca. El librero madrileño José Bergua recoge una de estas versiones en su "Romancero Español" (2). La hemos copiado aquí junto a la de Luanco para que puedan contrastar sus contenidos.

Las referencia a otras colecciones de romances que no ligan de ningún modo el escrito que ahora nos interesa con la ciencia hermética pone en duda su posible finalidad alquímica. Era práctica común entre los alquimistas europeos desde el italiano Pietro Bono hacer "alquímicos" a su antojo textos que nada tienen que ver con su práctica. Michael Maier o Dom Perney serían muestras en lo relativo a la mitología griega, lo mismo Pierre Vitecoq con las "Metamorfosis" de Ovidio o los pansofistas alemanes con los libros bíblicos.

Vicente González Ramos

 

 

 

Notas

1. - José Ramón de Luanco. ""La Alquimia en España". Capítulo: "Don Luis de Centelles", Tomo I, pag 95. Edición de Madrid, 1897.

2. - José Bergua. "Romancero Español". Pag 22, Edita: Librería Bergua. Colección: Biblioteca de Bolsillo. Sin fecha.


 

Versión de Luanco

Romance de Mercurio
por otro Nombre Hermes Trimagisto
.

En el tiempo que Mercurio

En Occidente reinaba

Hubo en Venus su muger

Un hijo que tanto amaba:

Púsole por nombre Troco

Porque muy bien le cuadraba:

Criábanselo las diosas

En las montañas troyanas.

Era tal su parecer

Que a todo el mundo espantaba:

Su lindeza y hermosura

Las damas enamoraba.

Deseando ver el mundo

A sus amas desampara:

Fuérase de tierra en tierra

Por ver lo que deseaba

Y pasando por un valle

Cuando ya el sol declinaba

Hallóse en un verde prado

De verdura muy lozana

Donde vido una laguna

De arrayanes muy cercada

Acompañada de flores

Que allí la unidad criaba.

Posada era de una diosa

Que Salmáncis se llamaba

La cual de allí no salia

Mas su tiempo allí gastaba,

Ni iba con sus compañeras

Las otras diosas a caza,

Ni tomaba el arco corvo,

Ni los goldres, ni el aljaba,

Ni el sabueso de traílla,

Ni al suelto ciervo tiraba,

Ni era codiciosa dello,

Ni se pagaba de nada:

Todo su ejercicio era

Reposar en su morada,

Peinar sus lindos cabellos,

Componer su linda cara

Y meterse entre las rosas

Y hacer de ellas guirnaldas

Para poner con sus manos

En su cabeza dorada.

Ella ocupada en aquesto,

Troco que sobre ella daba

Con un parecer tan bello

Que el sentido enajenaba,

Salmancis desque le vido

Luego fue de amor llagada

Que ni pudo resistirle

Ni quiso verse librada

Ni quiso salir a verle

Hasta ponerse galana;

Y desque se hubo compuesto

Salió y hízole esta habla:

Tan gentil eres mancebo

Y tu gentileza es tanta

Que no sé determinarme

Si eres dios o cosa humana.

Si eres dios eres Cupido

El que de amores me mata

O si eres hombre, dichoso

O lo fue quien te engendrara.

Con todo de tí querría

Alcanzar sólo una gracia

Y es que me digas verdad

Si sufres pena por dama

Porque si de amor no sabes

Yo seré tu enamorada.

Troco que aquesto le oyó,

Que el amor en él ya reinaba

Con unas palabras dulces

Esta respuesta le daba:

Dichoso fui yo señora

Y el padre que me engendrara

Pues a ser de vos amado

Vine yo a vuestra posada.

Comenzólo de besar,

De su cuello se abrazaba;

Señora si no estais queda

Dejaré vuestra posada.

FIN

Versión de Bergua

El Infante Troco

.

En el tiempo que Mercurio

En Occidente reinaba

Hubo en Venus su muger

Un hijo que tanto amaba.

Púsole por nombre Troco

Porque muy bien le cuadraba:

Criáronsele las diosas

En la montaña troyana.

Era tal su hermosura,

Que una estrella semejaba:

Deseando ver el mundo

Sus amas desampara:

Andando de tierra en tierra

Hallóse do no pensaba,

En una gran pradería

De arrayanes bien poblada,

En medio de una laguna,

Toda de flores cercada.

Es posada de una diosa

Que Salmancia se llamaba,

Diosa de la hermosura,

Sobre todas muy nombrada.

El oficio d'esta diosa

Hera holgarse en su posada,

Peinar sus lindos cabellos,

Componer su linda cara.

No va con sus compañeras,

no va con ellas a caza;

No toma el areco en la mano

Ni los tiros del aljaba,

Ni el sabueso de traílla,

Ni en lo talse ejercitaba.

Ella des que vido a troco

Quedó de amores llagada,

Que ni pudo detenerse

Ni quiso verse librada.

Mirando su hermosura

D'esta manera le habla:

- Eres, mancebo, tan lindo,

De hermosura tan sobrada,

Que no sé determinarme

Si eres dios o cosa humana.

Si eres dios, eres Cupido,

El que de amores nos llaga;

Si eres hombre, ¿cuán dichosa

fue aquella que te engendrara!

Y si hermana aguna tienes,

De hermosura es muy dotada.

Mi señor, si eres casado,

Hurto quiero que se haga;

Y si casado no eres

Yo seré tuya de gana. -

El Troco, como es mancebo,

de vergüenza no hablaba;

Ella cautiva de amores

De su cuello le abrazaba.

El Troco le dice así,

D'estamanera le hablaba:

- Si no estáis, señora, queda,

Dejaré vuestra posada.

FIN

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ANEXO

 

Uno de los visitantes de esta web "Azogue" llamado Domingo Selat ha tenido la amabilidad de enviarnos un correo electrónico proporcionándonos datos nuevos acerca de este interesante romance castellano. Hemos decidido colocar aquí su mensaje por el evidente interés que presenta al incluir un final alternativo de la versión dada por el librero José Bergua.
Seguimos investigando este asunto que esperamos ampliar en el futuro.
A Domingo muchas gracias por la información.

Vicente González Ramos

 

Mensaje de Domingo Selat:

"He localizado otra edición de la versión "Bergua" en J. Alcina Franch, Romancero antiguo 2, Romances amorosos (Barcelona, 1971), quien ofrece en nota la siguiente continuación, tomada de Menéndez Pidal (pero, ¡ay desgracia!, no da la obra):

La bella ninfa que vía ser así menospreciada,

con ansias muy amorosas al mancebo se abrazaba;

él procura de huir, y ella más le apretaba;

ambos se hicieron uno y Hermafrodito se llama.

En efecto, el tema del romance es el mito de Hermafrodito y Sálmacis, contado por Ovidio (Met., 4, 285 ss.), aunque con el final truncado. Mi opinión es que, excepto el título, absolutamente gratuito añadido por el copista del manuscrito mencionado por Luanco, en el romance no hay ningún indicio que permita creer que es la obra de un alquimista. Creo que estamos sin más ante un "romance nuevo" de temática amorosa basada en Ovidio.

Lo que me llama la atención es el nombre de "Troco", que naturalmente no aparece en Ovidio. Juan Pérez de Moya (Philosofía secreta, 1611) lo menciona como directamente nacido con los dos sexos y llamado Hermafrodito (cap. 24) o bien siguiendo el mito de Sálmacis, llamándole Troco o Andrógino (cap. 25). La fuente del comentario a este capítulo de Pérez de Moya es la "Genealogía de los dioses paganos" de Bocaccio, pero allí tampoco aparece Troco, así que la incertidumbre me corroe; si averiguáis algo ya me lo diréis. "


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