- LIMOJON DE SAINT-DIDIER, "Plática de Eudoxio y Pirófilo", texto presentado y editado por José Rodríguez, «Azogue», nº 3, Enero - Junio 2000, URL: http://www.revistaazogue.com

 

Limojon de Saint-Didier

PLÁTICA DE EUDOXIO Y PIRÓFILO

 

Presentación:

 

La "Plática de Eudoxio y Pirófilo" está pensada como un comentario dedicado a un texto anónimo titulado "La Antigua Guerra de los Caballeros" que conoció cierta difusión en idioma alemán y francés durante el siglo XVII. Ambos tratados se incluyen, complementándose, en un mismo volumen conocido como "Le triomphe hermétique", concebido originalmente por el alquimista francés Alexandre Toussaint de Limojon, Sieur de Saint-Didier (1) . En su prefacio el propio Limojon define claramente sus propósitos, a saber: primero reeditar el escrito alemán ya citado, "Ritterkrieg" (Guerra de los Caballeros), dándole una buena traducción (2) y acompañarlo de un comentario de su propia mano en forma de diálogo (3). Sobre el autor podemos comentar que nació en Avignon en 1620. Sirvió como diplomático francés en varias plazas europeas y llegó a ser asesor del rey Luis XIV. Después de publicar varios tratados sobre política pasó a un plano menos activo en su vida profesional, prestando mayor dedicación a su pasión por la alquimia (4). En 1686 sacó a la luz una "Lettre d'un Philosophe sur le Secret du Grand Oeuvre" (5). La publicación de su trabajo más conocido, el ya apuntado "Le triomphe hermétique", coincide con el año de su fallecimiento, 1689.

A lo largo de la plática Eudoxio hace las veces de maestro versado en los fundamentos de la obra alquímica. Mientras, Pirófilo es el alumno en busca de una correcta instrucción que ponga en orden las ideas aparentemente confusas de los numerosos textos que declara haber leído. El escrito refleja la onda huella que dejaron en Limojon las plumas más influyentes en materia de alquimia en la Francia de su tiempo. Su continuas citas de Ireneo Filaleteo y sus alabanzas al "Libro Secreto" del seudo-Artefio constatan su interés por autores fuertemente vinculados durante todo el siglo XVII a los trabajos con antimonio, regulo marcial, estibina, algo que ya quedó patente en su traducción anteriormente apuntada del "Chemin du ciel chymique" de Jacques Toll. Sin embargo evita citar manuales sobre el antimonio demasiado pragmáticos, técnicos o explícitos como los de von Suchten, Jean Chartier, Basilio Valentino, etc. Por contra, se repiten a porfía los símbolos obscuros de Jean d'Espagnet y del Cosmopolita. De ambos se recogen y comentan bastantes frases. Se aprecia claramente que el texto no busca una ordenación de tipo técnico en base a definiciones o división de explicaciones por correlaciones entre teoría y práctica, o una sistematización en la exposición de las operaciones, los regímenes, etc. Por el contrario, con ese diálogo nebuloso entre discípulo y maestro se ha optado por acercase a un tipo de exposición que rodee al conjunto de una atmósfera iniciática y misteriosa, siempre más poética que técnica en el tratamiento de la cuestión alquímica, embebida en las formas de presentación radicalmente sibilinas y mito-herméticas hacia las que camina definitivamente el discurso alquímico durante la Edad Moderna.

 

José Rodríguez Guerrero

 

 

 

 

1. - ALEXANDRE TOUSSAINT DE LIMOJON DE SAINT-DIDIER, (1689), "Le triomphe hermétique, ou la pierre philosophale victorieuse. Traitté plus complet et plus intelligible, qu'il en ait eu jusques ici, touchant le magistère hermetique", In 8°, Amsterdam, Henricus Wetstein. [segunda edición en 1699]. Abundantes datos sobre esta obra y las características de sus varias ediciones se encuentran en los catálogos especializados en alquimia: Caillet 6696; DeGuaita 505 y 1505; Duveen p.361; Ferguson II, 468; Ouvaroff 1150; Bib. Esoterica 2706; Verginelli 191; See Hall 21.

2. - Limojon critíca los errores de una versión francesa anterior a cargo de un tal "Fabri de Montpellier". Se refiere a una traducción editada por la casa Houry de París y realizada por Pierre Jean Fabre (1588-1658), alquimista y doctor de la Facultad de Medicina de Montpellier.

3. - "...ya nada queda por decir aquí, sino que el autor de la traducción, que lo es también del comentario...", véase: - A. T. LIMOJON DE SAINT-DIDIER, "Le triomphe hermétique", (op. cit.), prefacio.

4. - Algunas de las obras de Limojon ajenas a la alquimia son: - ALEXANDRE TOUSSAINT DE LIMOJON DE SAINT-DIDIER, (1660), "Histoire des negotiations de Nimegue, par le Sieur de St. Disdier", Chez Barbin, París. - ALEXANDRE TOUSSAINT DE LIMOJON DE SAINT-DIDIER, (1681), "Kurtze und eigentliche Beschreibung der Nimwegischen Friedens-Handlung. Erstlich in Frantzoesischer Sprache zusammen getragen von St. Disdier, ... Und nun in die Hoch-Teutsche uebergesetzt", Boom, Amsterdam. - ALEXANDRE TOUSSAINT DE LIMOJON DE SAINT-DIDIER, (1681), "La Ville et la Republique de Venise.[D. S. D.]", Chez Guillaume de Luyne, París.

5. - ALEXANDRE TOUSSAINT DE LIMOJON, SIEUR DE SAINT-DIDIER, (1686), "Lettre d'un philosophe, sur le secret du grand oeuvre. Ecrite au sujet des instructions qu'Aristée à laissées à son fils, touchant le magistere philosophique. Le nom de l'auteur est en latin dans cet anagramme. Dives sicut ardens, S", In 12°, A. Moetjens, La Haye, [segunda edición: chez Laurent d'Houry París, 1688]. Además de la carta el volumen incluyen los siguientes textos: "Verba Aristei Patris ad filium" [tratado en el que se basa la carta de Limojon]; "La Lumiere des Mercures, Extraite de Raymund Lulle" [traducción]; "Le Chemin du ciel chymique, par Jacques Toll" [traducción].

 


 

 

PLATICA DE EUDOXIO Y PIRÓFILO

ACERCA DE

LA ANTIGUA GUERRA DE LOS CABALLEROS

 

 

PIRÓFILO

     ¡Oh dichoso momento, que hace que os encuentre en este lugar! Hace mucho tiempo que deseo con toda la prisa del mundo poder hablaros de los progresos que he hecho en la Filosofía, con la lectura de los autores, que vos me aconsejasteis que leyese, para instruirme sobre el fundamento de esta divina ciencia, que lleva por excelencia el nombre de Filosofía.

 

EUDOXIO

     No es menor mi alegría de volver a veros, y mucho me placerá enterarme de los progresos que habéis conseguido con vuestra aplicación en el estudio de nuestra sagrada ciencia.

 

PIRÓFILO

     A vos debo todo lo que sé, y lo que espero penetrar aún en los misterios Filosóficos; si queréis seguir prestándome el auxilio de vuestras luces. Sois vos quien me infundió el valor, que me era necesario, para emprender un estudio, cuyas dificultades parecen impenetrables desde el principio, y capaces de rechazar en todo momento a los espíritus más ardientes en la búsqueda de las verdades más ocultas: pero gracias a vuestros buenos consejos me encuentro cada vez más animado para proseguir mi empresa.

 

EUDOXIO

     Estoy encantado de no haberme equivocado en el juicio que hice del carácter de vuestro espíritu; lo tenéis del temple que hay que tenerlo, para adquirir conocimientos, que están fuera del alcance de los genios ordinarios, y para no ablandarse ante tantas dificultades, que hacen casi inaccesible el santuario de nuestra Filosofía: encomio sumamente la fuerza con que sé que combatisteis los discursos ordinarios de ciertos Espíritus, que creen que su honor está empeñado en calificar de sueño todo aquello que no conocen; porque no quieren que sea dicho que otros pueden descubrir verdades, de las que ellos no tienen comprensión alguna.

 

PIRÓFILO

     Jamás creí que debía prestar mucha atención a los razonamientos de personas que quieren decidir cosas, que no conocen: pero os confieso que si hubiese habido algo capaz de apartarme de una ciencia, por la cual sentí siempre una fuerte inclinación natural, habría sido una especie de vergüenza, que la ignorancia unió al estudio de esta Filosofía; es en efecto enojoso verse obligado a ocultar la aplicación que se le presta; a menos de querer pasar a los ojos de la mayoría de la gente como un hombre, que sólo se ocupa de vanas quimeras: pero como la verdad, dondequiera que se encuentre, tiene para mí atractivos soberanos, nada pudo apartarme de este estudio. He leído los escritos de un gran número de Filósofos, tan notables por su saber como por su probidad; y como jamás pude meterme en la cabeza que tantos grandes personajes fuesen otros tantos impostores públicos, quise examinar sus principios con mucha aplicación, y me convencí de las verdades que propugnan aunque todavía no las comprendo todas.

 

EUDOXIO

     Os agradezco mucho la justicia que hacéis a los maestros de nuestro arte: pero decidme, os lo ruego, ¿Qué Filósofos habéis leído en particular, y quiénes son los que más os han satisfecho? Yo me había limitado a recomendaros algunos.

 

PIRÓFILO

     Para responder a vuestra pregunta tendría que hacer un gran Catálogo; hace varios años que no he dejado de leer diversos filósofos. Fui a buscar la ciencia en su fuente. Leí la Tabla de esmeralda, los Siete capítulos de Hermes y sus comentarios. Leí a Geber, la Turba de Filósofos, el Rosario, el Teatro, la Biblioteca y el Gabinete Hermético, y particularmente Artephius, Arnaldo de Vilanova, Raimundo Lulio, el Trevisano, Flamel, Zachaire y otros muchos antiguos y modernos que no nombro; entre otros, Basilio Valentín, el Cosmopolita, y Filaleteo.

     Os aseguro que me rompí terriblemente la cabeza tratando de encontrar el punto esencial en el que deben estar todos de acuerdo, aunque se sirven de expresiones tan diferentes que incluso parecen con frecuencia opuestas. Unos hablan de la materia en términos abstractos, otros en términos compuestos: unos sólo expresan ciertas cualidades de esta materia; otros se fijan en propiedades completamente diferentes: unos la consideran en un estado puramente natural, otros hablan de ella en el estado de algunas de las perfecciones que recibe del arte; todo esto conduce a un laberinto tal de dificultades que no es de extrañar que la mayoría de los que leen a los Filósofos lleguen casi todos a conclusiones diferentes.

     Yo no me contenté con leer una vez los principales autores que vos me aconsejasteis; los releí tantas veces que creía sacar de ellos nuevas luces, sea con respecto a la verdadera materia, sea con respecto a sus diversas preparaciones, de las que depende todo el éxito de la obra. Hice extractos de todos los mejores libros. Medité sobre ellos noche y día; hasta que creí conocer la materia y sus preparaciones diferentes, que no son propiamente más que una misma operación continuada. Pero os confieso que después de un trabajo tan penoso me produjo singular placer leer la antigua querella de la Piedra de los Filósofos, con el Oro y el Mercurio; la claridad, la sencillez y la solidez de este escrito me encantaron; y como es una verdad constante que quien entiende perfectamente a un verdadero Filósofo los entiende seguramente a todos, permitidme, si os place, que os haga algunas preguntas sobre éste, y tened la bondad de responderme con la misma sinceridad que siempre habéis tenido conmigo. Estoy seguro de que después de esto estaré tan instruido como hace falta estarlo para poner manos a la obra y para llegar felizmente a la posesión del más grande de todos los bienes temporales, y que Dios recompense a los que trabajan en su amor, y en su temor.

 

EUDOXIO

     Estoy presto a satisfacer vuestra petición, y me daría mucha alegría que alcanzaseis el punto esencial, en la resolución, dispuesto como estoy a no ocultaros nada de lo que puede serviros de instrucción y de lo que creéis tener necesidad: pero creo que viene a punto que os haga antes algunas observaciones, que contribuirán mucho a aclarar algunos pasajes importantes del escrito de que me habláis.

     Observad pues que el término Piedra se toma en varios sentidos diferentes, y particularmente en relación con los tres diferentes estados de la obra; lo cual hace que Geber diga que hay tres Piedras, que son las tres medicinas, correspondientes a los tres grados de perfección de la obra; de suerte que la Piedra del primer orden es la materia de los filósofos, perfectamente purificada, y reducida a sustancia Mercurial; la Piedra del segundo orden es la misma materia cocida, digerida y fijada en azufre incombustible; la Piedra del tercer orden es esta misma materia fermentada, multiplicada y llevada a la última perfección de tintura fija, permanente y teñidora: y estas tres Piedras son las medicinas de los tres géneros.

     Observad también que hay una gran diferencia entre la Piedra de los Filósofos y la Piedra Filosofal. La primera es el objeto de la Filosofía considerada en el estado de su primera preparación, en el cual es realmente Piedra, porque es sólida, dura, pesada, frágil, pulverizable; es un cuerpo (dice Filaleteo) porque se derrite en el fuego, como un metal, sin embargo es espíritu, porque es completamente volátil; es el compuesto, y la Piedra que contiene la humedad, que corre en el fuego (dice Arnaldo de Vilanova en su carta al Rey de Nápoles). En este estado es una sustancia intermedia entre el metal y el Mercurio, como dice el Abate Sinesio; en fin, Geber la considera ,en este mismo estado, cuando dice en dos lugares de su, Suma, toma nuestra Piedra; es decir (dice) la materia de nuestra Piedra, lo mismo que si dijese toma la Piedra de los Filósofos, que es la materia de la Piedra Filosofal.

     La Piedra Filosofal es pues la misma Piedra de los Filósofos, cuando por el Magisterio secreto ha llegado a la perfección de medicina de tercer orden, transmutando todos los metales imperfectos en puro Sol, o Luna, según la naturaleza del fermento, que le ha sido añadido. Estas distinciones os servirán mucho para desarrollar el sentido confuso de las escrituras Filosóficas y para aclarar muchos pasajes del autor, sobre el cual tenéis preguntas que hacerme.

 

PIRÓFILO

     Reconozco ya la utilidad de estas observaciones, y encuentro en ellas la explicación de algunas de mis dudas: pero antes de seguir adelante decidme, os lo ruego, si el Autor del escrito del que os hablo merece la aprobación que muchos sabios le han dado y si contiene todo el secreto de la obra.

 

EUDOXIO

     No debéis dudar de que este escrito no haya salido de la mano de un verdadero Adepto, y que no merezca, por consiguiente, la estimación y la aprobación de los Filósofos. El propósito principal de este autor es desengañar a un número casi infinito de artistas, que, engañados por el sentido literal de las escrituras, se aferran tercamente a querer hacer el Magisterio, por la conjunción del Oro con el Mercurio diversamente preparado; y para convencerles absolutamente yo sostengo con los más antiguos y los más recomendables Filósofos que la obra no se hace más que con una sola cosa de una sola y misma especie.

 

PIRÓFILO

     Este es precisamente el primero de los pasajes que me causaron cierto escrúpulo: pues me parece que se puede dudar, con razón, de que haya que buscar la perfección en una sola y misma sustancia, y que sin añadirle nada se puedan hacer todas las cosas. Los Filósofos dicen, por el contrario, que no sólo hay que quitar las superficialidades de la materia, sino también que hay que añadirle lo que le falta.

 

EUDOXIO

     Es muy fácil librarnos de esta duda con esta comparación; así como los jugos extraídos de muchas hierbas, depurados de su orujo e incorporados juntos, no hacen más que una confección de una sola y misma especie; así los Filósofos llaman con razón su materia preparada a una sola y misma cosa; aunque no se ignore que es un compuesto natural de algunas sustancias de una misma raíz, y de una misma especie, que hacen un todo completo, homogéneo, en este sentido están de acuerdo todos los Filósofos; aunque unos digan que su materia está compuesta de dos cosas, y los otros de tres, que unos escriban que es de cuatro e incluso de cinco, y los otros, en fin, que es una sola cosa. Todos tienen igualmente razón, puesto que varias cosas de una misma especie naturalmente, e íntimamente unidas, así como varias aguas destiladas de hierbas, y mezcladas juntas, no constituyen en efecto más que una sola y misma cosa, lo cual se hace en nuestro arte con tanto más fundamento, cuanto que las sustancias que entran en el compuesto Filosófico difieren mucho menos entre ellas que el agua de acedera difiere del agua de lechuga.

 

PIRÓFILO

     Nada tengo que replicar a lo que acabáis de decirme. Comprendo muy bien su sentido: pero me queda una duda, pues conozco varias personas que están versadas en la lectura de los mejores Filósofos, y que sin embargo siguen un método en todo contrario al primer fundamento, que plantea nuestro Autor: a saber, que la materia Filosófica no tiene necesidad de nada salvo de ser disuelta y coagulada. Pues éstas empiezan sus operaciones por la coagulación; es preciso pues que trabajen sobre una materia líquida, en vez de una Piedra; decidme, os lo ruego, si este camino es el de la verdad.

 

EUDOXIO

     Vuestra observación es muy sensata. La mayor parte de los verdaderos Filósofos son de esta misma opinión. La materia no tiene necesidad de ser disuelta, y después coagulada; la mezcla, la conjunción, la fijación, la coagulación y otras operaciones parecidas se hacen casi por sí solas; pero la solución es el gran secreto del arte. Es este punto esencial el que no revelan los Filósofos. Todas las operaciones de la primera obra, o de la primera medicina no son, propiamente hablando, más que una solución continua; de suerte que calcinación, extracción, sublimación y destilación no son más que una verdadera solución de la materia. Si Geber no hizo comprender la necesidad de la sublimación, sólo fue porque ésta no purifica solamente la materia de sus partes groseras, y quemables; sino también porque la dispone para la solución, de donde resulta la humedad Mercurial, que es la clave de la obra.

 

PIRÓFILO

     Heme aquí sumamente fortalecido contra esos pretendidos Filósofos, que son de una opinión contraria a la de este Autor; y no sé cómo pueden imaginar que su opinión se ajuste a la de los mejores Autores.

 

EUDOXIO

     Basta con esto sólo para hacerles ver su error; ello se explica con una comparación muy justa con el hielo, que se funde al menor calor, para hacernos saber que la principal operación es procurar la solución de una materia dura, y seca, que se acerca a la naturaleza de la Piedra, la cual, en todo caso por la acción del fuego natural, debe resolverse en agua seca, tan fácilmente como el hielo se funde al menor calor.

 

PIRÓFILO

     Os quedaría sumamente agradecido si quisierais decirme qué es el fuego natural. Comprendo muy bien que este agente es la llave principal del arte. Varios Filósofos expresaron su naturaleza con parábolas muy oscuras: pero os confieso que todavía no he podido comprender este misterio.

 

EUDOXIO

     En efecto, es el gran misterio del arte, puesto que todos los otros misterios de esta sublime Filosofía dependen de la comprensión de éste. Cuánto me complacería si me estuviese permitido explicaros este secreto sin equívoco; pero no puedo hacer lo que ningún Filósofo creyó que estaba en su mano. Todo lo que podéis razonablemente esperar de mí, es que os diga, que el fuego natural del que habla este Filósofo, es un fuego en potencia, que no quema las manos; pero que manifiesta su eficacia por poco que sea excitado por el fuego exterior. Es pues un fuego verdaderamente secreto, al que este Autor llama Vulcano Lunático en el título de su escrito. Artephius hizo de él una descripción más amplia que cualquier otro Filósofo. Pontanus lo copió e hizo ver que había errado doscientas veces; porque no conocía este fuego, antes de haber leído y comprendido a Artephius: este fuego misterioso es natural, porque es de la misma naturaleza que la materia Filosófica; el artista, sin embargo, prepara uno y otra.

 

PIRÓFILO

     Lo que acabáis de decirme aumenta más mi curiosidad, que no la satisface. No condenéis los insistentes ruegos que os hago de que queráis ilustrarme más sobre un punto tan importante que, a menos de tener conocimiento de él, es en vano que uno pretenda trabajar; uno se ve detenido en seco después del primer paso que ha dado en la práctica de la obra.

 

EUDOXIO

     Los sabios no se mostraron menos reservados en lo tocante a su fuego que en lo tocante a su materia; de suerte que no está en mi mano añadir nada a lo que acabo de deciros. Os remito pues a Artephius y a Pontanus. Considerad solamente con aplicación que este fuego natural es sin embargo una artificiosa invención del artista; que es adecuado para calcinar, disolver y sublimar la Piedra de los Filósofos; y que no hay más que esta clase de fuego en el mundo capaz de producir semejante efecto. Considerad que este fuego es de la naturaleza de la cal, y que no es en modo alguno ajeno en lo que respecta al objeto de la Filosofía. Considerad, en fin, por qué medios enseña Geber a hacer las sublimaciones requeridas por este arte: en cuanto a mí, no puedo hacer más que formular por vos el mismo deseo que formuló otro Filósofo: Sydera Veneris, et corniculatae Dianae tibi propitia sunto.

 

PIRÓFILO

     Bien habría querido que me hubieseis hablado de un modo más inteligible: pero ya que hay ciertos límites, que los Filósofos no pueden pasar, me contento con lo que acabáis de hacerme observar; volveré a leer a Artephius con más aplicación de lo que he hecho hasta ahora; y recordaré muy bien que me habéis dicho que el fuego secreto de los sabios es un, fuego que el artista prepara según el arte, o al menos que puede hacer preparar por aquellos que tienen un perfecto conocimiento de la Química; que este fuego no es realmente cálido; sino que es un espíritu ígneo introducido en un sujeto de la misma naturaleza que la Piedra, y que siendo mediocremente excitado por el fuego exterior, la calcina, la disuelve, la sublima y la resuelve en agua seca, como dice el Cosmopolita.

 

EUDOXIO

     Comprendéis muy bien lo que acabo de deciros; así lo juzgo por el comentario que le. habéis añadido. Sabed solamente que de esta primera solución, calcinación o sublimación, que son aquí una misma cosa, resulta la separación de las partes terrestres y quemables de la Piedra; sobre todo si seguís el consejo de Geber con respecto al régimen del fuego, de la manera que él lo enseña, cuando trata de la sublimación de los cuerpos y del Mercurio. Debéis tener por una verdad constante que no hay más que este solo medio en el mundo para extraer de la Piedra su humedad untuosa, que contiene inseparablemente el azufre y el Mercurio de los Sabios.

 

PIRÓFILO

     Heme aquí enteramente satisfecho sobre el punto principal de la primera obra; hacedme la merced de decirme si la comparación que hace nuestro Autor del trigo con la Piedra de los Filósofos, con respecto a su preparación necesaria, para hacer pan con el uno y la medicina universal con la otra, os parece una comparación muy justa.

 

EUDOXIO

     Es tan justa, como puede hacerse, si se considera la Piedra en el estado en que el artista empieza a ponerla, para poder ser legítimamente llamada el sujeto y el compuesto Filosófico: pues de la misma manera que nosotros no nos alimentamos de trigo, tal como lo produce la naturaleza, sino que nos vemos obligados a reducirlo a harina, separar el salvado, amasarla con agua, para hacer el pan, que debe ser cocido en un horno para ser un alimento adecuado; de la misma manera tomamos la Piedra; la trituramos; separamos de ella por el fuego secreto lo que tiene de terrestre; la sublimamos; la disolvemos con el agua del mar de los Sabios; cocemos esta simple confección para hacer de ella una medicina soberana.

 

PIRÓFILO

     Permitidme que os diga que me parece que hay alguna diferencia en esta comparación. El Autor dice que hay que tomar este mineral completamente solo para hacer esta gran medicina, y sin embargo con sólo el trigo no podríamos hacer pan; hay que añadirle agua, e incluso levadura.

 

EUDOXIO

     Tenéis ya la respuesta a esta objeción, dado que este Filósofo, como todos los demás, no prohibe absolutamente añadir algo; sino añadir algo que sea extraño y contrario. El agua que se añade a la harina, así como la levadura, no son en modo alguno extraños ni contrarios a la harina; el grano del que ésta se hace se alimentó con agua en la tierra; y por tanto ésta es de naturaleza análoga a la harina: de la misma manera que el agua del mar de los filósofos es de la misma naturaleza que nuestra Piedra; en tanto que todo lo que está comprendido en el género mineral y metálico fue formado y alimentado con esta misma agua en las entrañas de la tierra, donde penetra por las influencias de los astros. Veis evidentemente por lo que acabo de decir que los Filósofos no se contradicen cuando aseguran que su materia es una sola y misma sustancia, y cuando hablan de ella como de un compuesto de varias sustancias de una sola y misma especie.

 

PIRÓFILO

     No creo que haya nadie que no deba convencerse con tan sólidas razones como las que acabáis de alegar. Pero decidme, por favor, si me equivoco en la consecuencia que saco de este pasaje de nuestro autor, donde dice que los que saben de qué manera se deben tratar tos metales, y los minerales, podrán llegar directamente al fin que se proponen. Si esto es así, es evidente que sólo debe buscarse la materia y el sujeto del arte en la familia de los metales y de los minerales, y que todos los que trabajan con otros sujetos están en el camino del error.

 

EUDOXIO

     Os respondo que vuestra consecuencia está, muy bien extraída; este Filósofo no es el único que habla de esta suerte; concuerda en esto con el mayor número de los antiguos, y de los modernos. Geber, que conoció perfectamente el Magisterio, y que no usó ninguna alegoría, sólo trata en toda su obra de los métales y de minerales; de los cuerpos y de los espíritus, y de la manera de prepararlos bien para hacer con ellos la obra, pero como la materia Filosófica es en parte cuerpo y en parte espíritu; que en un sentido es terrestre y en otro toda celeste; y que ciertos autores la consideran en un sentido y los otros la tratan en otro; esto dio lugar al error de un gran número de artistas, que con el nombre de Universalistas rechazan toda materia que haya recibido una determinación de la naturaleza; porque no saben destruir la materia particular para separar en ella el grano y el germen, que es la pura sustancia universal, que la materia particular encierra en su seno, y a la cual el artista sabio e iluminado sabe dar absolutamente. toda la universalidad que le es necesaria, por la conjugación natural que hace de este germen con la materia universalísima: de la cual obtuvo su origen. No os espanten estas expresiones singulares; nuestro arte es Cabalístico. Comprenderéis fácilmente estos misterios antes de que hayáis llegado al final de las preguntas que tenéis intención de hacerme sobre el autor que estudiáis.

 

PIRÓFILO

     Si no me dieseis esta esperanza, os prometo que estas misteriosas oscuridades serían capaces de desanimarme, y de hacerme desesperar de un feliz éxito: pero tengo entera confianza en lo que me decís, y comprendo muy bien que los metales del vulgo no son los metales de los Filósofos, puesto que veo evidentemente que, para ser tales, es preciso que sean destruidos y que dejen de ser metales; y que el sabio sólo necesita esta humedad viscosa, que es su materia prima, de la cual hacen los Filósofos sus metales vivos, por un artificio, que es también secreto, que está fundado en los principios de la naturaleza, ¿no es esto lo que pensáis?

 

EUDOXIO

     Si sabéis tan bien las leyes de la práctica de la obra, como me parece que comprendéis la teoría, no tenéis necesidad de mis aclaraciones.

 

PIRÓFILO

     Os pido perdón. Estoy muy lejos de estar tan avanzado como os imagináis; lo que creéis que es efecto de un perfecto conocimiento o del arte, no es más que facilidad de expresión, sólo debida a la lectura de los Autores, que llena mi memoria. Estoy, por el contrario, a punto de desesperar de poseer jamás tan altos conocimientos, cuando veo que este Filósofo exige, como muchos otros, que el que aspire a esta ciencia, conozca exteriormente e interiormente las propiedades de todas las cosas, y que penetre en la profundidad de las operaciones de la naturaleza. Decidme, por favor, ¿quién es el hombre que puede jactarse de alcanzar un saber de tan vasta extensión?

 

EUDOXIO

     Es verdad que este Filósofo no pone límites al saber de aquel que pretenda el entendimiento de un arte tan maravilloso: pues el sabio debe conocer perfectamente la naturaleza en general, y las operaciones que ella ejerce, tanto en el centro de la tierra, en la generación de los minerales y de los metales, como sobre la tierra, en la producción de los vegetales y de los animales. Debe conocer también la materia universal y la materia particular e inmediata, sobre la cual opera la naturaleza para la generación de todos los seres; debe conocer, en fin, la relación y la simpatía, así como la antipatía y la aversión natural que se produce entre todas las cosas del mundo. Tal era la ciencia del Gran Hermes, y de los primeros Filósofos que, como él, llegaron al conocimiento de esta sublime Filosofía por la penetración de su espíritu y por la fuerza de sus razonamientos: pero después de ser escrita esta ciencia y de que el conocimiento general, del que acabo de darte una buena idea, se encuentre en los buenos libros; la lectura y la meditación, el buen sentido y una práctica suficiente de la Química, pueden dar casi todas las luces necesarias para adquirir el conocimiento de esta suprema Filosofía; si añadís a ello la rectitud de corazón y de intención que atraen la bendición del Cielo sobre las operaciones del sabio, sin lo cual es imposible triunfar.

 

PIRÓFILO

     Me dais una alegría muy grande. He leído mucho; he meditado todavía más; me he ejercitado en la práctica de la Química; he verificado lo que dijo Artephius, que asegura que aquél no conoce la composición de los metales, que ignora cómo hay que destruirlos, y sin esta destrucción es imposible extraer la humedad metálica, que es la verdadera clave del arte; de suerte que puedo estar seguro de haber adquirido la mayor parte de las cualidades que, según vos, requiere aquel que aspira a estos grandes conocimientos; poseo además una ventaja muy particular, es la bondad que vos tenéis de querer hacerme partícipe de vuestras luces, aclarando mis dudas; permitidme pues que continúe y os pregunte con qué fundamento hace el Oro tan gran ultraje a la Piedra de los Filósofos, llamándola gusano venenoso, y tratándola de enemiga de los hombres, y de los metales.

 

EUDOXIO

     Estas expresiones no deben parecernos extrañas. Los propios Filósofos llaman a su Piedra Dragón, y Serpiente, que infecta todas las cosas con su veneno. En efecto, su sustancia y su vapor son un veneno que el Filósofo debe saber cambiar en Triaca, por la preparación y por la cocción. Además la Piedra es enemiga de los metales, porque los destruye y los devora. El Cosmopolita dice que hay un metal, y un acero, que es como el agua de los metales, que tiene el poder de consumir los metales, y que sólo pueden resistirle las humedades radicales del sol y de la luna. Sin embargo, tened cuidado de no confundir aquí la Piedra de los Filósofos con la Piedra Filosofal; porque si la primera destruye y devora los metales imperfectos como un verdadero dragón, la segunda los transmuta en metales perfectos como una medicina soberana; y hace que los perfectos sean más perfectos y adecuados para perfeccionar los imperfectos.

 

PIRÓFILO

     Lo que me decís no sólo me confirma en los conocimientos que he adquirido por la lectura, por la meditación y por la práctica, sino que me da nuevas luces, a cuyo resplandor siento que se disipan las tinieblas, bajo las cuales me parecieron veladas hasta ahora las. más importantes verdades Filosóficas. También deduzco por los términos de nuestro Autor que los más grandes Médicos se engañan al creer que la medicina universal está en el oro vulgar. Hacedme el favor de decirme lo que pensáis de ello.

 

EUDOXIO

     No hay duda de que él oro posee grandes virtudes para la conservación de la salud y para la curación de las más peligrosas enfermedades. El cobre, el estaño, el plomo y el hierro son todos los días empleados útilmente por los Médicos; lo mismo que la plata; porque su solución, o descomposición, que manifiesta sus propiedades, es más fácil que la del Oro; por esto cuanta más relación tienen las preparaciones que los artistas ordinarios hacen con ellos, con los principios, y con la práctica de nuestro arte, tanto más hacen aparecer las maravillosas virtudes del Oro; pero yo os digo en verdad que sin el conocimiento de nuestro Magisterio, que es el único que enseña la destrucción esencial del Oro, es imposible hacer la medicina universal; pero el sabio puede hacerla mucho más fácilmente con el Oro de los Filósofos que con el Oro vulgar: así ved que este Autor hace que la Piedra le responda al Oro, que antes debe enfadarse contra Dios porque no le ha dado las ventajas de que sólo quiso dotarla a ella..

 

PIRÓFILO

     A esta primera ofensa que el Oro hace a la Piedra, añade una segunda, llamándola fugitiva y engañadora, que se mofa de todos aquellos que ponen en ella alguna esperanza. Decidme, por favor, cómo se debe sostener la inocencia de la Piedra y defenderla contra una calumnia de esta naturaleza.

 

EUDOXIO

     Recordad las observaciones que ya os hice, con referencia a los tres estados diferentes de la Piedra, y sabréis, como yo, que es preciso que sea al principio muy volátil, y por consiguiente fugitiva, para ser depurada de toda clase de cosas terrestres y reducida de la imperfección a la perfección que el Magisterio le da en sus otros estados; por esto la ofensa que el Oro pretende hacerle, se vuelve en su alabanza; tanto más cuanto que, si no fuese volátil y fugitiva en su principio, sería imposible darle al fin la perfección y la fijeza que le son necesarias; de suerte que si engaña a alguien, sólo engaña a los ignorantes; pero siempre es fiel a los hijos de la ciencia.

 

PIRÓFILO

     Lo que me decís es una verdad constante: ya había aprendido de Geber que sólo los espíritus, es decir, las sustancias volátiles, son capaces de penetrar los cuerpos, de unirse a ellos, de cambiarlos, de teñirlos, y de perfeccionarlos, cuando estos espíritus han sido despojados de sus partes groseras, y de su humedad combustible. Heme aquí plenamente satisfecho sobre este punto: pero como veo que la Piedra siente un enorme desprecio por el Oro, y se vanagloria de llevar en su seno un oro infinitamente más precioso; hacedme la merced de decirme, cuántas clases de Oro reconocen los Filósofos.

 

EUDOXIO

     Para que nada tengáis que desear en lo tocante a la teoría y a la práctica de nuestra Filosofía, os diré que según los Filósofos hay tres clases de Oro.

     El primero es un Oro astral, cuyo centro está en el sol, que con sus rayos les comunica al mismo tiempo que su luz, a todos los astros, que son inferiores a él. Es una sustancia ígnea, y una continua emanación de corpúsculos solares, que estando en perpetuo flujo y reflujo, por el movimiento del sol, y de los astros, llenan todo el universo; todo es penetrado por él en la inmensidad de los cielos sobre la tierra, y en sus entrañas, respiramos continuamente este Oro astral, estas partículas solares penetran en nuestros cuerpos y se exhalan de ellos sin cesar.

     El segundo es un Oro elemental, es decir que es la más pura, y la más fija porción de los Elementos, y de todas las sustancias, que están compuestas de ellos; de suerte que todos los seres sublunares de los tres géneros, contienen en su centro un precioso grano de este Oro elemental.

     El tercero es el hermoso metal, cuyo brillo, y perfección inalterables, le dan un precio, que hace que todos los hombres le consideren como el soberano remedio de todos los males, y de todas las necesidades de la vida, y como el único fundamento de la independencia, de la grandeza y del poder humano; por esto no sólo es codiciado por los más grandes Príncipes, sino también deseado. por todos los pueblos de la tierra.

     Después de esto, ya no os será difícil concluir que el Oro metálico no es el de los Filósofos, y que no es sin fundamento, que en la disputa de que se trata aquí la Piedra le reproche, que no es tal, como piensa ser: sino que es ella, la que guarda en su seno el verdadero Oro de los Sabios, es decir las dos primeras clases de Oro, de las que acabo de hablar: pues, debéis saber que siendo la Piedra la porción más pura de los Elementos metálicos, después de la separación, y de la purificación, que le ha hecho el sabio, de ello se desprende que es propiamente el oro de la segunda especie; pero cuando este Oro perfectamente calcinado, y exaltado hasta la limpieza, y la blancura de la nieve, adquiere por el Magisterio una simpatía natural por el Oro astral, del que se ha convertido visiblemente en verdadero imán, atrae, y concentra en sí mismo una cantidad tan grande de Oro astral y de partículas solares, recibidas de la emanación continua que de ellas se hace en el centro del sol y de la luna, que se encuentra en la disposición próxima a ser el Oro vivo de los Filósofos, infinitamente más noble, que no podría ser vivificado por nuestro Oro vivo y por medio de nuestro Magisterio..

PIRÓFILO

     ¡Cuántas nubes disipáis en mi espíritu, y cuántos misterios Filosóficos me reveláis a la vez, con las cosas admirables que acabáis de decirme! Jamás podría daros todas las gracias que os merecéis. Os confieso que ya no me sorprende después de esto, que la Piedra quiera la preferencia por encima del Oro, y que ,desprecie su brillo, y su mérito imaginario; porqué la parte más pequeña de lo que ella da a los Filósofos, vale más que todo el Oro del mundo. Tened, por favor, la bondad de continuar en mi obsequio, como habéis empezado; y hacedme la merced de decirme, ¿cómo puede la Piedra considerar un honor el ser una materia fluida, y no permanente; si todos los Filósofos afirman que es más fija que el propio Oro?

 

EUDOXIO

     Veis que vuestro autor asegura, que la fluidez de la Piedra es ventajosa para el Artista; pero añade que es preciso, al mismo tiempo, que el Artista sepa la manera de extraer esta fluidez, es decir, esta humedad, que es la causa de su fluidez, y que es la única cosa de la que tiene necesidad el Filósofo, como ya os tengo dicho; de modo que ser fluido, volátil y no permanente, son cualidades tan necesarias a la Piedra en su primer estado, como lo son la fijeza y la permanencia, cuando está en el estado de su última perfección; es pues con razón como se enorgullece de ello tanto más justamente, cuanto que esta fluidez no impide que esté dotada de un alma fija, de lo que está el Oro: pero os digo una vez más, que el gran secreto consiste en saber la manera de extraer la humedad de la Piedra. Os he advertido ya, que aquí está verdaderamente la más importante llave del arte. Y es sobre este punto que el gran Hermes exclama: Bendita sea la forma acuosa que disuelve los Elementos. Dichoso pues el Artista que no conoce solamente la Piedra, sino que sabe además convertirla en agua. Lo que no puede hacerse con ningún otro medio, que no sea nuestro fuego secreto, que calcina, disuelve y sublima la Piedra.

 

PIRÓFILO

     ¿De dónde viene pues que entre cien Artistas, apenas se encuentre uno que trabaje con la Piedra, y que en vez de dedicarse todos a esta sola y única materia, única capaz de producir tan grandes maravillas, se apliquen al contrario casi todos en sujetos que no tienen ninguna de las calidades esenciales, que los Filósofos atribuyen a su Piedra?

 

EUDOXIO

     Esto procede en primer lugar de la ignorancia de los Artistas, que no poseen tantos conocimientos como debieran tener de la naturaleza, ni de lo que ésta es capaz de operar en cada cosa; y en segundo lugar, esto viene de una falta de penetración de espíritu, que hace que se dejen engañar fácilmente por las expresiones equívocas que emplean los Filósofos, para ocultar a los ignorantes la materia y sus verdaderas preparaciones. A estos dos grandes defectos se debe que estos artistas acepten el cambio y se dediquen a sujetos en los que ven algunas de las cualidades exteriores de la verdadera materia Filosófica, sin reflexionar sobre los caracteres esenciales que la manifiestan a los sabios.

 

PIRÓFILO

     Reconozco evidentemente el error de los que se imaginan que el Oro y el Mercurio vulgares son la verdadera materia de los Filósofos; y estoy muy persuadido de ello, para pretender esta ventaja sobre la Piedra, alegando en su favor estas palabras de Hermes: el Sol es su padre, y la Luna es su madre.

 

EUDOXIO

     Este fundamento es frívolo; acabo de haceros ver lo que entienden los Filósofos cuando atribuyen al Sol y a la Luna los principios de la Piedra. El Sol y los astros son, en efecto, su primera causa; infunden a la Piedra el espíritu y el alma que le dan la vida y que hacen toda su eficacia. Por esto son su Padre y su Madre.

 

PIRÓFILO

     Todos los Filósofos dicen como éste, que la Tintura. Física está compuesta de un azufre rojo e incombustible y de un Mercurio claro y bien purificado: ¿es esta autoridad más fuerte que la anterior, para deber concluir que el Oro y el Mercurio son la materia de la Piedra?

 

EUDOXIO

     No debéis olvidar que todos los Filósofos declaran unánimemente que el Oro y los metales vulgares no son sus metales; que los suyos son vivos y que los otros son muertos; tampoco debéis haber olvidado que os hice ver la autoridad de los Filósofos, apoyada en los principios de la naturaleza, de que la humedad metálica de la Piedra preparada y purificada contiene inseparablemente en su seno el azufre y el Mercurio de los Filósofos; que es por consiguiente la única cosa de una sola y misma especie, a la cual nada hay que añadir; y que sólo el Mercurio de. los sabios tiene su propio azufre, por medio del cual se coagula y se fija; debéis tener pues por verdad indudable que la mezcla artificial de un azufre y un Mercurio, sean los que fueren, diferentes de los que están naturalmente en la Piedra, no serán jamás la verdadera confección Filosófica.

 

PIRÓFILO

     Pero esta gran amistad natural que hay entre el Oro y el Mercurio, y la unión que se hace tan fácilmente con ellos, ¿no son pruebas de que estas dos sustancias deben convertirse por una digestión adecuada, en una, perfecta, Tintura?

 

EUDOXIO

     Nada más absurdo que esto: pues, cuando todo el Mercurio que se mezclase con el Oro, se convirtiese en Oro, lo cual es imposible; o que todo el Oro se convirtiese en Mercurio, o bien una sustancia intermedia; no se encontraría jamás más tintura solar en esta confección, de la que había en el oro, que se hubiese mezclado con el Mercurio y, por consiguiente, no tendría ninguna virtud contingente, ni ningún poder multiplicador. Aparte de que hay que tener por cierto que no se hará jamás una unión perfecta del Oro y el Mercurio, y que este fugitivo compañero abandonará el Oro en cuanto se sienta apremiado por la acción del fuego.

 

PIRÓFILO

     No dudo en manera alguna de lo que acabáis de decirme; es un sentimiento que está de acuerdo con la experiencia de los más sólidos Filósofos, que se declaran abiertamente contra el Oro y el Mercurio vulgares: pero albergo al mismo tiempo un escrúpulo, de que siendo cierto que los Filósofos no dicen nunca menos la verdad, que cuando la explican abiertamente, ¿no podrían, en lo tocante a la exclusión evidente del Oro, engañar a los que toman sus palabras al pie de la letra? ¿O bien se debe tener por seguro, como dice este Autor, que los Filósofos sólo manifiestan su Arte cuando se sirven de símiles, de figuras y de parábolas?

 

EUDOXIO

     Hay mucha diferencia entre declarar positivamente que tal o cual materia no es el verdadero sujeto del arte, como hacen en lo tocante al Oro y al Mercurio, y dar a conocer por medio de figuras y alegorías, los secretos más importantes a los hijos de la ciencia que tienen la ventaja de ver claramente las verdades Filosóficas, a través de los velos enigmáticos, con que los sabios saben cubrirlas En el primer caso, los Filósofos dicen negativamente la verdad sin equívocos; pero cuando hablan afirmativa y claramente sobre este tema, se puede concluir que los que se aferren al sentido literal de sus palabras serán indudablemente engañados. Los Filósofos no tienen medio más seguro, para ocultar su ciencia a los que son indignos de ella y manifestar a los Sabios, que explicarla sólo por alegorías en los puntos esenciales de su arte; esto hace decir a Artephius, que este arte es enteramente Cabalístico, para el entendimiento del cual, se necesita una especie de revelación; la más grande penetración de espíritu, sin el auxilio de un amigo fiel que posea estas grandes luces, es insuficiente para distinguir lo verdadero de lo falso; así es como imposible, que con la sola ayuda de los libros y del trabajo, se pueda llegar al conocimiento de la materia, y todavía menos a la. Comprensión de una práctica tan singular, por muy sencilla, por muy natural, y por muy fácil que pueda ser.

 

PIRÓFILO

     Reconozco, por mi propia experiencia, cuán necesario es el auxilio de un verdadero amigo como sois vos. A falta del cual me parece que los Artistas, que tienen espíritu, buen sentido y probidad, no tienen mejor medio que conferenciar a menudo juntos, tanto sobre las luces que obtienen de la lectura de los buenos libros, como sobre los descubrimientos que hacen con su trabajo, a fin de que de la diversidad, y del choque, por decirlo así, de sus diferentes sentimientos, nazcan nuevos destellos de claridad, gracias a las cuales puedan llevar sus descubrimientos hasta el último término de esta ciencia secreta. No dudo de que vos aprobáis mi opinión: pero como sé que algunos Artistas tratan de visión, y de paradoja, el sentimiento de los Autores que sostienen con éste, que hay que buscar la perfección en las cosas imperfectas, os estaré profundamente agradecido, si queréis darme vuestra opinión sobre un punto que me parece de gran consecuencia.

 

EUDOXIO

     Estáis ya persuadido de la sinceridad y de la buena fe de vuestro Autor; debéis ponerla tanto menos en duda sobre este punto, cuanto que está de acuerdo con los verdaderos Filósofos; y no podría demostrar mejor la verdad de lo que dice aquí, que empleando la misma razón que da él, siguiendo al sabio Raimundo Lulio. Pues es cosa constante que la naturaleza se detiene en sus producciones, cuando las ha conducido al estado y a la perfección que les conviene; por ejemplo, cuando de un agua mineral muy clara y muy pura, teñida por alguna porción de azufre metálico, produce la naturaleza una piedra preciosa, no sigue adelante; como hace cuando en las entrañas de la tierra ha formado el Oro con el agua Mercurial, madre de todos los metales, impregnada de un puro azufre solar; de suerte que como nos resulta imposible hacer un diamante, o un rubí, más precioso de lo que es en su especie; de la misma manera no está en poder del Artista, más aún, no está siquiera en poder de la naturaleza, llevar el Oro a una mayor perfección que la que le ha dado: sólo el Filósofo es capaz de llevar la naturaleza desde una imperfección indeterminada, hasta la máxima perfección. Es pues necesario que nuestro Magisterio produzca alguna cosa más que perfecta, y para lograrlo el Sabio debe empezar por una cosa imperfecta, la cual estando en el camino de la perfección, se encuentra en disposición natural de ser llevada hasta la máxima perfección, por el auxilio de un arte completamente divino, que puede ir más allá del término limitado de la naturaleza; y si nuestro arte no pudiese hacer un sujeto más que perfecto, no se podría tampoco hacer más perfecto lo que es imperfecto, y toda nuestra Filosofía sería una pura vanidad.

 

PIRÓFILO

     No hay nadie que no deba rendirse a la solidez de vuestros razonamientos: pero se diría que este Autor se contradice aquí manifiestamente, cuando se hace decir a la Piedra, que el Mercurio común (por muy bien purgado que pueda estar) no es el Mercurio de los Sabios; por ninguna otra razón, sino a causa de que es imperfecto; puesto que, según él, si fuese perfecto, no se debería buscar en él la perfección.

 

EUDOXIO

     Tened muy en cuenta esto, y comprended bien, que si el Mercurio de los Sabios ha sido elevado por el arte de un estado imperfecto a un estado perfecto, esta perfección no es del orden de aquella en la que detiene la naturaleza en la producción de las cosas, según la perfección de sus especies, tal como es la del Mercurio vulgar; sino al contrario, la perfección que el arte da al Mercurio de los Sabios, no es más que un estado medio, una disposición y una potencia, que le hace capaz de ser llevado por la continuación de la obra hasta el estado de más que perfección, que la da la facultad por el cumplimiento del Magisterio de perfeccionar después los imperfectos.

 

PIRÓFILO

     Estas razones, por muy abstractas que sean, no dejan de ser sensatas y de causar impresión en el espíritu; en cuanto a mí os confieso que estoy de ello completamente convencido; tened la bondad, os lo ruego, de no hurtaros a la continuación de mis preguntas. Nuestro Autor asegura que el error en que incurran los Artistas, al tomar el Oro y el Mercurio vulgares por la verdadera materia de la Piedra, engañados en esto por el sentido literal de los Filósofos es la gran piedra de escándalo de un millar de personas; en cuanto a mí no sé cómo con la lectura y el buen sentido, puede uno aferrarse a una opinión que es visiblemente condenada por los verdaderos Filósofos.

 

EUDOXIO

     Sin embargo, es así. Los Filósofos han recomendado en vano que nadie se deje engañar por el Mercurio, ni siquiera por el Oro vulgar; la mayoría de los artistas se aferran a ello tercamente, y con frecuencia después de haber trabajado inútilmente durante el transcurso de varios años, con materias extrañas, reconocen al fin la falta que han cometido, pero vienen sin embargo al Oro y al Mercurio vulgares, los cuales no les sirven de mucho más. Es verdad que hay Filósofos que pareciendo por lo demás muy sinceros, arrojan empero a los Artistas a este error; sosteniendo con toda seriedad que los que no conocen el Oro de los Filósofos, podrán no obstante encontrarlo en el oro común, cocido con el Mercurio de los Filósofos. Filaleteo es de esta opinión; asegura que el Trevisano, Zachaire y Flamel siguieron este camino; añade sin embargo que éste no es el verdadero camino de los Sabios, aunque conduzca al mismo fin. Pero estas seguridades, por muy sinceras que parezcan, no dejan de engañar a los Artistas, los cuales queriendo seguir al mismo Filaleteo en la purificación y la animación que enseña del Mercurio común, para hacer de él el Mercurio de los Filósofos (lo cual es un error muy grosero bajo el cual ocultó el secreto del Mercurio de los Sabios), emprender fundándose en su palabra una obra muy penosa y absolutamente imposible; así después de un largo trabajo lleno de contrariedades y de peligros no tienen mas que un Mercurio un poco más impuro de lo que era antes, en vez de un Mercurio animado de la quintaesencia celeste: error deplorable, que perdió y arruinó y que arruinará aún a un gran número de Artistas.

 

PIRÓFILO

     Es una gran ventaja poder hacerse sabio a expensas del prójimo: por mi parte trataré de sacar provecho de este error, siguiendo a los buenos Filósofos y conduciéndome según las luces que vos me hacéis la merced de darme. Una de las cosas que más contribuye a la ceguera de los Artistas que se aferran al Oro y al Mercurio, es el dicho común de los Filósofos, a saber, que su Piedra está compuesta de macho y hembra, que el Oro hace el papel de macho, según ellos, y el Mercurio el de hembra; yo sé muy bien (como dice mi Autor) que no ocurre lo mismo con los metales, que con las cosas que tienen vida; sin embargo, os estaré profundamente agradecido si tenéis la bondad de explicarme en qué consiste está diferencia.

 

EUDOXIO

     Es una verdad constante que la cópula del macho y la hembra es ordenada por la naturaleza para la generación de los animales, pero esta unión del macho y la hembra, para la producción del elixir, así como para la de los metales, es puramente alegórica, y tampoco es más necesario que para la producción de los vegetales, cuya semilla contiene por sí sola todo lo que se requiere para la germinación, el crecimiento y la multiplicación de las Plantas. Observaréis, pues, que la materia Filosófica, o el Mercurio de los Filósofos, es una verdadera semilla, la cual, aunque homogénea en su sustancia, no deja de ser de doble naturaleza; es decir que participa igualmente de la naturaleza del azufre y de la del Mercurio metálico, íntima e inseparablemente unidos, donde una hace el papel de macho y la otra el de hembra: por esto los Filósofos la llaman Hermafrodita, es decir que está dotada de dos sexos, de suerte que sin que haga falta mezclar ninguna otra cosa, basta ella sola para producir el hijo Filosófico cuya familia pueda multiplicarse hasta el infinito, de la misma manera que un grano de trigo podría con el tiempo, y el cultivo, producir una cantidad lo bastante grande para sembrar un vasto campo.

 

PIRÓFILO

     Si estas maravillas son tan reales como son verosímiles, hay que confesar que la ciencia, que da su conocimiento, y que enseña su práctica, es casi sobrenatural y divina: pero para no apartarme de mi Autor, decidme, os lo ruego, si la Piedra no es muy atrevida al sostener altivamente, y sin alegar razones muy pertinentes, que sin ella es imposible hacer oro alguno ni plata alguna, que sean verdaderos. El Oro le disputa esta cualidad, apoyándose en razones que tienen mucha verosimilitud y le hace ver sus grandes defectos como ser de una materia grasa, impura, y venenosa, y que es al contrario una sustancia pura y sin defectos, de manera que me parece que esta alta pretensión de la Piedra, combatida con razones, que no parecen carecer de fundamento, merecería muy bien ser sostenida y demostrada con fuertes razones.

 

EUDOXIO

     Lo que he dicho antes es más que suficiente para establecer la preeminencia de la Piedra por encima del Oro y de todas las cosas creadas: si prestáis atención, reconoceréis que la fuerza de la verdad es tan poderosa, que el oro, al querer desprestigiar la Piedra por los defectos que ésta tiene al nacer, establece sin proponérselo su superioridad por la más sólida de las razones que la Piedra pudiese alegar ella misma en su favor. Vedla aquí.

     El Oro confiesa y reconoce que la Piedra funda su derecho de preeminencia en que es una cosa universal. ¿Se necesita más para condenar al Oro, y para obligarle a ceder ante la Piedra? Vos no ignoráis hasta qué punto está la materia universal por encima de la materia particular. Acabáis de ver que la Piedra es la porción más pura de los Elementos metálicos, y que por consiguiente es la materia prima del género mineral y metálico, y que cuando esta misma materia ha sido animada y fecundada por la unión natural que se hace con la materia puramente universal, se convierte en la Piedra vegetal, única capaz de producir todos los grandes efectos que los Filósofos atribuyen a las tres medicinas de los tres géneros. No se necesitan más fuertes razones para negar de una vez para siempre, al Oro y al Mercurio vulgares, sus imaginarias pretensiones; el Oro y el Mercurio, y todas las demás sustancias particulares, en las cuales terminó la naturaleza sus operaciones, tanto en el caso de que sean perfectas como en el de que sean absolutamente imperfectas, son enteramente inútiles o contrarias a nuestro arte.

 

PIRÓFILO

     Estoy completamente convencido de ello; pero conozco varias personas que tratan a la Piedra de ridícula, por querer disputar al Oro su ancianidad. Este Autor sostiene esta misma paradoja y reprende al Oro por perderle el respeto a la Piedra, desmintiendo a la que es más vieja que él. Sin embargo, como la Piedra tiene su origen en los metales, me parece difícil comprender el fundamento de su ancianidad.

 

EUDOXIO

     No es muy difícil tranquilizaros sobre esto: incluso me asombra que hayáis podido concebir esta duda; la Piedra es la primera materia de los metales, y por consiguiente está antes que el Oro y antes que todos los metales; si tiene su origen en ellos, o si nace de su destrucción, esto no quiere decir que sea una producción posterior a los metales; antes al contrario, es anterior a ellos, puesto que es la materia de que todos los metales fueron formados. El secreto del arte consiste en saber extraer de los metales esta primera materia, o este germen metálico que debe vegetar por la fecundidad del agua del mar Filosófico.

 

PIRÓFILO

     Me habéis convencido de esta verdad y me parece que el Oro no tiene excusa de faltar al respeto a quien es más anciana que él, que tiene de su parte a los más antiguos y más grandes Filósofos. Hermes, Platón, Aristóteles están a su favor. Nadie ignora que son en esta disputa jueces irrecusables. Permitidme solamente haceros una pregunta sobre cada uno de los pasajes de estos Filósofos, que la Piedra ha citado aquí para demostrar por su autoridad que ella es la única y verdadera materia de los sabios.

     El pasaje de la Tabla de Esmeralda del Gran Hermes, demuestra la excelencia de la Piedra, en cuanto hacer ver que la Piedra está dotada de dos naturalezas, a saber, la de los Seres superiores y la de los seres inferiores, y que estas dos naturalezas, absolutamente parecidas, tienen un solo y mismo origen, de suerte que debemos concluir que estando perfectamente unidas en la Piedra, componen un tercer ser de una virtud inefable: pero no sé si vos seréis de mi opinión, en lo tocante a la traducción de este pasaje y el comentario de Hortulanus. Dice más o menos así: Lo que está abajo es como lo que está arriba; y lo que está arriba es como lo que está abajo. Se lee (digo yo) para hacer los milagros de una cosa. Yo encuentro que el original latino tiene un sentido completamente distinto: pues el quibus, que enlaza las últimas palabras con las precedentes, quiere decir que por estas cosas (es decir, por la unión de estas dos naturalezas) se hacen los milagros de una sola cosa. El para empleado por el traductor, y por el comentarista, destruye el sentido y la razón de un pasaje que es de por sí muy justo y muy inteligible. Decidme, por favor, si mi observación es fundada.

 

EUDOXIO

     No solamente vuestra observación es muy justa, sino también muy importante. Os confieso que jamás había reflexionado sobre esto; vos desmentís con esto el proverbio, ya que el discípulo se eleva por encima del maestro. Pero como Yo había leído la Tabla de Esmeralda más a menudo en latín que en francés, el defecto de la traducción y del comentario no me había causado oscuridad, como puede hacer a los que sólo leen en francés este compendio de la sublime Filosofía de Hermes. En efecto, la naturaleza superior y la naturaleza inferior no son parecidas para operar milagros, sino que porque ellas son parecidas, se puede por ellas hacer los milagros de una sola cosa. Ved pues que soy completamente de vuestra opinión.

 

PIRÓFILO

     Me alegro de haber hecho esta observación: dudaba de que pudiese merecer vuestra aprobación, y creo después de esto que los hijos de la ciencia me agradecerán también un poco que os haya arrancado una aclaración sobre este tema que satisfará sin duda a los discípulos del Gran Hermes. Es indudable que el sabio Aristóteles conoció perfectamente el gran arte. Lo que escribió de él, es una prueba cierta.: así en esta gran disputa la Piedra sabe prevalecer de la autoridad de este gran Filósofo, por un pasaje que contiene sus más singulares y más sorprendentes cualidades. Tened, por favor, la bondad de decirme cómo entendéis éstas: Ella se casa consigo misma; se embaraza a sí misma; nace de sí misma.

 

EUDOXIO

     La Piedra se casa consigo misma: porque en su primera generación, es la naturaleza sola ayudada por el arte la que hace la perfecta unión de las dos sustancias que le dan el ser, de la cual resulta al mismo tiempo la depuración esencial del azufre y del Mercurio metálicos. Unión y boda tan naturales, que el artista que presta su mano, aportando las disposiciones requeridas, no podría hacer de ello una demostración por las reglas del arte, puesto que no podría siquiera comprender bien el misterio de esta unión.

     La Piedra se embaraza a sí misma, cuando el arte que sigue ayudando a la naturaleza por medios absolutamente naturales, pone la Piedra en la disposición que le conviene para impregnarse a sí misma de la semilla astral que la hace fecunda y multiplicadora de especie.

     La Piedra nace de sí misma: porque después de haberse casado y embarazado ella misma, no haciendo el arte otra cosa que ayudar a la naturaleza por la continuación de un calor necesario para la generación, toma un nuevo nacimiento de sí misma, de modo idéntico a como el Fénix renace de sus cenizas; se convierte en el hijo del sol, en la medicina universal de todo lo que tiene vida, y en el verdadero Oro vivo de los Filósofos que por la continuación del auxilio del arte y del ministerio del Artista, adquiere en poco tiempo la Diadema Real y el poder soberano sobre todos sus hermanos.

 

PIRÓFILO

     Concibo muy bien que a base de estos mismos principios, no es difícil comprender todas las demás cualidades que Aristóteles atribuye a la Piedra, como de matarse ella misma; de recobrar la vida por sí misma; de disolverse ella misma en su propia sangre; de coagularse de nuevo con él, y de adquirir en fin todas las propiedades de la Piedra Filosofal. Después de esto ni siquiera encuentra dificultades en el pasaje de Platón. Os ruego sin embargo que queráis explicarme lo que quiere decir este antiguo, con todos los que le siguieron, a saber, que la Piedra tiene un cuerpo, un alma y un espíritu, y que todas las cosas son de ella, por ella, y en ella.

 

EUDOXIO

     Platón habría debido, en el orden natural, pasar delante de Aristóteles que era su discípulo, y que es posible que aprendiese de aquél la Filosofía secreta en la que quería que Alejandro Magno le creyese perfectamente instruido, a juzgar por algunos pasajes de los escritos de este Filósofo, pero este orden es poco importante, y si examináis bien el pasaje del Platón y el de Aristóteles, no los encontraréis muy diferentes en el sentido: para responder empero a la pregunta que me hacéis, os diré solamente que la Piedra tiene un cuerpo porque es, como ya os he dicho anteriormente, una sustancia toda metálica que le da el peso; que tiene un alma, que es la sustancia más pura de los Elementos, en la cual consiste su fijeza y su permanencia; que tiene un espíritu, que hace la unión del alma con el cuerpo; le viene particularmente de la influencia de los astros, y es el vehículo de las tinturas. Tampoco os costará mucho concebir que todas las cosas son de ella, por ella y en ella, puesto que ya habéis visto que la Piedra no es solamente la primera materia de todos los seres contenidos en el género mineral y metálico, sino que también está unida a la materia universal, de la que nacieron todas las cosas, y ahí está el fundamento de los últimos atributos que Platón da a la Piedra.

 

PIRÓFILO

     Como veo que la Piedra no se atribuye solamente. las propiedades universales, sino que pretende también que el éxito que algunos Artistas tuvieron en ciertos procedimientos particulares se debieron únicamente a ella, os confieso que me cuesta un poco comprender cómo pudo hacerse esto.

 

EUDOXIO

     Sin embargo, este Filósofo lo explica con bastante claridad. Dice que algunos Artistas que conocieron imperfectamente la Piedra y que sólo supieron una parte de la obra, habiendo sin embargo trabajado con la Piedra, y encontrado el medio de separar su espíritu que contiene su tintura, consiguieron comunicar algunas partes a metales imperfectos que tienen afinidad con la Piedra, pero que por no haber poseído un conocimiento completo de sus virtudes, ni de la manera de trabajar con ella, su trabajo no les resultó de gran utilidad, además de que el número de estos Artistas es seguramente muy pequeño.

 

PIRÓFILO

     Es natural deducir de lo que acabáis de decirme que hay personas que tienen la Piedra entre las manos, sin conocer todas sus virtudes o bien, si las conocen, no saben cómo hay que trabajar con ella para triunfar en la gran obra, y que esta ignorancia es causa de que su trabajo no tenga ningún éxito. Os ruego que me digáis si es así.

 

EUDOXIO

     Sin duda, muchos Artistas poseen la Piedra; unos la desprecian como cosa vil, otros la admiran a causa de los caracteres en cierto modo sobrenaturales que trae al nacer, sin conocer empero todo lo que ella vale. Hay en fin quienes no ignoran que es el verdadero sujeto de la Filosofía, pero las operaciones que tienen que hacer los hijos del arte sobre este noble sujeto les son completamente desconocidas, porque los libros no las enseñan, y todos los Filósofos ocultan este arte admirable que convierte la Piedra en Mercurio de los Filósofos, y que enseña a hacer de este Mercurio la Piedra Filosofal. Esta primera práctica es la obra secreta, con respecto a la cuál sólo se manifiestan los Sabios por medio de alegorías, o por enigmas impenetrables, o bien no hablan de ello en absoluto. Éste es, como ya he dicho, la gran piedra de escándalo con la que tropiezan casi todos los Artistas.

 

PIRÓFILO

     ¡Dichosos los que poseen estos grandes conocimientos! En cuanto a mí, no puedo jactarme de haber llegado a este punto; quisiera saber cómo podría agradeceros bastante el haberme dado todas las aclaraciones que podía razonablemente esperar de vos, sobre los pasajes más esenciales de esta Filosofía, así como sobre todos los demás, acerca de los cuales habéis querido responder a mis preguntas; os ruego encarecidamente que no os canséis, pues tengo aún que haceros algunas que me parecen de enorme consecuencia. Este Filósofo asegura que el error de los que trabajaron con la Piedra y que no triunfaron, se debió a que no conocieron el origen de donde vienen las tinturas. Si el origen de esta fuente Filosófica es tan secreto y tan difícil de descubrir, es natural que muchas personas estén engañadas: pues todas creen generalmente que los metales y los minerales y particularmente el Oro, contienen en su centro la tintura capaz de transmutar los metales imperfectos.

 

EUDOXIO

     Esta fuente de agua viviente está a la vista de todo el mundo, dice el Cosmopolita, y poca gente la conoce. El oro, la plata, los metales y los minerales, no contienen una tintura multiplicadora hasta el infinito; sólo los metales vivos de los Filósofos que obtuvieron del arte y de la naturaleza esta facultad multiplicadora: pero también sólo aquellos que están perfectamente instruidos en los misterios Filosóficos, conocen el verdadero origen de las tinturas. Vos no estáis entre los que ignoran de dónde extraen los Filósofos sus tesoros sin miedo a agotar su fuente. Os he dicho claramente y sin ambigüedad, que el Cielo y los astros, pero particularmente el sol y la luna, son el principio de esta fuente de agua viva, única capaz de operar todas las maravillas que sabéis. Por esto dijo el Cosmopolita en su enigma, que no había agua en la Isla deliciosa que describe, que toda aquella que la gente se esforzaba en traerle por medio de máquina y de artificios, era inútil, o venenosa, salvo aquella que pocas personas sabían extraer de los rayos del sol o de la luna. La manera de hacer bajar este agua del Cielo, es ciertamente maravillosa; está en la Piedra, que contiene el agua central, la cual es ciertamente una sola y misma cosa con el agua celestial, pero el secreto consiste en saber convertir la Piedra en un Imán que atrae, abraza y une a sí esta quintaesencia astral, para formar juntos una sola esencia, perfecta y más que perfecta, capaz de dar la perfección a los imperfectos, después del cumplimiento del Magisterio.

 

PIRÓFILO

     ¡Cuán agradecido os estoy por querer revelarme misterios tan grandes cuyo conocimiento jamás podría esperar alcanzar, sin el auxilio de vuestras luces! Pero ya que os parece bien que continúe, permitidme, por favor, que os diga que hasta ahora no había visto un Filósofo que declarase, con tanta exactitud como éste, que había que dar una mujer a la Piedra, haciéndola hablar en estos términos. Si estos Artistas hubiesen llevado más lejos su estudio y hubiesen examinado cuál es la mujer que me es propia; si la hubiesen buscado y me hubiesen unido a ella, entonces habría podido teñir mil veces más. Aunque me doy cuenta dé que este pasaje tiene una relación total con el precedente, os confieso empero que esta expresión de una mujer conveniente a la Piedra, no deja de turbarme.

 

EUDOXIO

     Sin embargo, gran cosa es que ya os deis cuenta por vos mismo, de que este pasaje tiene relación con el que acabo de explicaros, es decir, que juzguéis con razón que la mujer propia de la Piedra y que debe unírsele, es esta fuente de agua viva, cuyo origen totalmente celestial que tiene particularmente su centro en el sol y en la luna, produce este claro y precioso riachuelo de los Sabios, que se vierte en el mar de los Filósofos, que rodea a todo el mundo; no es, sin fundamento, que llama este Autor mujer de la piedra a esta divina fuente; algunos la representaron en forma de una Ninfa celestial, otros le dan el nombre de la casta Diana, cuya pureza y cuya virginidad no se ven manchadas por el lazo espiritual que la une a la Piedra; en una palabra, esta conjunción magnética es la boda mágica del Cielo con la tierra, de la que hablaron algunos Filósofos: de suerte que el origen fecundo de la tierra Física que realiza tan grandes maravillas, nace de esta unión conyugal absolutamente misteriosa.

 

PIRÓFILO

     Siento con indecible satisfacción todo el efecto de las luces de que vos me hacéis partícipe, y ya que hemos llegado a este punto, permitidme, os lo ruego, que os pregunte una cosa que aun hallándose fuera del texto de este Autor, no deja de ser esencial a este respecto. Os suplico que me digáis, si la boda mágica del Cielo con la tierra puede hacerse en todo tiempo, o si hay estaciones del año que son más convenientes que otras para celebrar estas Nupcias Filosóficas.

 

EUDOXIO

     He ido ya demasiado lejos para negaros una aclaración tan necesaria y tan razonable. Varios Filósofos señalaron la estación del año más propicia para esta operación. Unos no hicieron misterio alguno de ello, otros más reservados sólo explicaron este punto con parábolas. Los primeros nombraron el mes de marzo y la primavera. Zachaire y algunos otros Filósofos, dicen que empezaron la obra en Pascua, y que la terminaron felizmente en el curso del año. Otros se limitan a presentar el jardín de las Hespérides esmaltado de flores y particularmente de violetas y de jacintos, que son los primeros productos de la primavera, dice, para indicar que la estación más propicia para el trabajo Filosófico, es aquella en que todos los seres vivos, sensitivos y vegetales, parecen animados por un fuego nuevo que los empuja recíprocamente al amor y a la multiplicación de su especie, que Venus es la diosa de esta Isla encantadora, en la cual descubrió él muy pronto todos los secretos de la naturaleza: pero para señalar más exactamente esta estación, dice que se veían pacer corderos y toros en el prado, acompañados de dos jóvenes pastores, expresando claramente con esta alegoría espiritual, los tres meses de la Primavera, mediante los tres signos celestes que les corresponden: Aries, Tauro y Géminis.

 

PIRÓFILO

     Me encantan estas interpretaciones. Los que'son más ilustrados que yo en estos misterios, tal vez no harán tanto caso como yo de la revelación de estos enigmas, cuyo sentido ha sido, empero, impenetrable hasta hoy para muchos de ellos que creen, por otra parte, entender. muy bien a los Filósofos. Estoy persuadido del alto valor de semejante aclaración, capaz de hacer ver claro en otras oscuridades más importantes; en efecto, pocas personas se imaginan que las violetas y los jacintos de D´Espagnet y los animales con cuernos del jardín de las Hespérides; el vientre y la casa del carnero de el Cosmopolita, y de Filaleteo; la Isla de la diosa Venus, los dos pastores y todo lo demás que acabáis de explicarme, signifiquen la estación de la Primavera. No soy el único que debe daros mil gracias por haber accedido a revelar estos misterios; estoy seguro de que en el curso de los tiempos, habrá un gran número de hijos de la ciencia que bendecirán vuestra memoria, por haberles abierto los ojos sobre un punto, que es más esencial para este gran arte que todo lo que pudieron imaginar.

 

EUDOXIO

     Tenéis razón en lo de que no se puede estar seguro de entender a los Filósofos, a menos de que se tenga un conocimiento completo de las menores cosas que han escrito. El conocimiento de la estación adecuada para trabajar en el principio de la obra, no es de nimias consecuencias; he aquí la razón fundamental de ello. Como el sabio pretende hacer por nuestro arte una cosa que está por encima de las fuerzas ordinarias de la naturaleza, como ablandar una piedra y hacer vegetar un germen metálico, se ve indispensablemente obligado a entrar por una profunda meditación en el más secreto interior de la naturaleza, y a valerse de los medios sencillos pero eficaces que ella le proporciona; ahora bien, no debéis ignorar que la naturaleza desde el principio de la Primavera, para renovarse e imprimir a todas las semillas que están en el seno de la tierra el movimiento que es propio de la vegetación, impregna todo el aire que envuelva la tierra, de un espíritu móvil y fermentativo que tiene su origen en el padre de la naturaleza; es propiamente un nitro sutil que hace la fecundidad de la tierra de la que es alma, y que el Cosmopolita llama el salitre de los Filósofos. Es pues, en esta fecunda estación que el sabio Artista, para hacer germinar su simiente metálica, la cultiva, la rompe, la humedece, la riega con este prolífico rocío, y le da a beber todo lo que requiere el peso de la naturaleza; de esta suerte el germen Filosófico que concentra este espíritu en su seno, es animado y vivificado por él, y adquiere. las propiedades que le son esenciales para convertirse en la Piedra vegetal y multiplicadora. Espero que os habrá satisfecho este razonamiento que se funda en las leyes y en los principios de la naturaleza.

 

PIRÓFILO

     Imposible que pueda estar más satisfecho de lo que estoy; me facilitáis unos conocimientos que los Filósofos ocultaron tras un velo impenetrable, y me decís cosas importantes, de modo que de buen grado seguiría con mis preguntas para aprovecharme. de la bondad que tenéis de no disfrazar nada; pero, para no abusar, vuelvo al pasaje de mi Autor, donde la Piedra dice al Oro y al Mercurio que es imposible que se realice una verdadera unión entre sus dos sustancias; porque (les dice) no sois un sólo cuerpo, sino dos cuerpos juntos, y por consiguiente sois contrarios, si consideramos las leyes de la naturaleza. Sé muy bien que, siendo imposible según las leyes de la naturaleza, la penetración de las sustancias, su perfecta unión también lo es, y que en este sentido, dos cuerpos son contrarios el uno del otro: sin embargo, como casi todos los Filósofos aseguran que el Mercurio es la primera materia de los metales, y que según Geber no es un cuerpo, sino un espíritu que penetra los cuerpos y particularmente el del Oro, por el cual tiene una visible simpatía, ¿no es verosímil que estas dos sustancias, este cuerpo y este espíritu puedan unirse perfectamente para no hacer más que una sola y misma cosa de una misma naturaleza?

 

EUDOXIO

     Observad que hay dos errores en vuestro razonamiento; el primero, que creéis que el Mercurio común es la primera y simple materia de que están formados los metales en las minas, y esto no es así. El Mercurio es un metal, que por tener menos azufre y menos impurezas terrestres que los otros metales, permanece líquido y fluido, se une con los metales, pero particularmente con el Oro, por ser el más puro de todos; y se une menos fácilmente con los otros metales en proporción de la mayor o menor impureza de su composición natural. Debéis saber, pues, que hay una primera materia de los metales de la que el propio Mercurio está formado, es un agua viscosa y Mercurial, que es el agua de nuestra Piedra. He aquí la opinión de los verdaderos Filósofos.

     Sería demasiado prolijo si quisiera exponerse aquí todo lo que hay que decir sobre este tema. Paso al segundo error de vuestro razonamiento y que es que os imagináis que el Mercurio común es un espíritu metálico que, según Geber, puede penetrar interiormente y teñir los metales, unirse y permanecer con ellos, después de haber sido artificiosamente fijado. Pero debéis considerar que el Mercurio es llamado espíritu por Geber, sólo porque vuela del fuego a causa de la movilidad de su sustancia homogénea: sin embargo, esta propiedad no le impide ser un cuerpo metálico, el cual por esta razón no puede jamás unirse tan perfectamente con otro metal que no se separe siempre de él, cuando se siente empujado por la acción del fuego. La experiencia muestra la evidencia de este razonamiento y por consiguiente la Piedra tiene razón al decirle al Oro que jamás puede hacerse una perfecta unión entre él y el Mercurio.

 

PIRÓFILO

     Comprendo muy bien que mi razonamiento era erróneo, y para deciros la verdad, jamás pude imaginar que el Mercurio común fuese la primera materia de los metales, aunque muchos grandes Filósofos planteen esta verdad, como uno de los fundamentos del arte. Y estoy persuadido de que no se puede encontrar en las minas la verdadera materia prima de los metales, separada de los cuerpos metálicos; no es más que un vapor, un agua viscosa, un espíritu invisible, y creo en una palabra que la semilla se encuentra solamente en el fruto. No sé si hablo acertadamente, pero creo que ahí está el verdadero sentido de las aclaraciones que habéis querido hacerme.

 

EUDOXIO

     No se podrían haber comprendido mejor de lo que vos lo habéis hecho, estas verdades conocidas por pocas personas. Produce satisfacción hablar francamente con vos de los misterios Filosóficos. Veamos cuales son las preguntas que aún tenéis que hacerme.

 

PIRÓFILO

     No sé si la Piedra se contradice a sí misma cuando se vanagloria de tener un cuerpo imperfecto con un alma constante y una tintura penetrante; éstas dos grandes perfecciones me parecen incompatibles en un cuerpo imperfecto.

 

EUDOXIO

     Se diría aquí que habéis olvidado ya una verdad fundamental, de la que anteriormente estabais plenamente convencido; recordad, pues, que si el cuerpo de la Piedra no fuese imperfecto, aunque con una imperfección en la que la naturaleza no ha terminado su operación, no se podría buscar en ella y menos aún encontrar en ella la perfección. Sentado esto, os será muy fácil juzgar que la constancia de alma y la perfección de la tintura, no están actualmente en estado de manifestarse en 1a Piedra, ni mientras ésta permanece en su estado imperfecto ni cuando por la continuación de la obra, la sustancia de la Piedra ha pasado de la imperfección a la perfección, y de la perfección a la máxima perfección, y la constancia de su espíritu y la eficacia de su tintura, se encuentran reducidas de la potencia al acto, de suerte que el alma, el espíritu y el cuerpo de la Piedra igualmente exaltados, componen un todo de una naturaleza y de una virtud incomprensibles.

 

PIRÓFILO

     Ya que mis preguntas os dan pie a decir cosas tan singulares, no os parezca mal, os lo ruego, que continúe. Yo he estado siempre persuadido de que la Piedra de los Filósofos es una sustancia real que cae bajo los sentidos; sin embargo, veo que este Autor asegura lo contrario, diciendo que nuestra Piedra es invisible. Os aseguro que por muy buena opinión que tenga de este filósofo, habrá de permitirme que no coincida con él en este punto.

 

EUDOXIO

     Espero, sin embargo, que pronto coincidiréis. Este filósofo no es el único que habla en estos términos: la mayoría hablan de la misma manera que él; y a decir verdad, nuestra Piedra es propiamente invisible, tanto en lo respecta a su materia, como en lo que respecta a su forma. En lo que respecta a su materia, porque aunque nuestra Piedra, o bien nuestro Mercurio (no hay diferencia alguna) existe realmente, es empero verdad que no aparece a nuestros ojos, a menos que el artista no le eche una mano a la naturaleza para ayudarla a traer al mundo esta producción Filosófica; esto hizo decir al Cosmopolita, que el sujeto de nuestra Filosofía tiene una existencia real; pero que no se deja ver, si no es cuando quiere el artista hacerla aparecer.

     La Piedra no es menos invisible en lo que respecta a su forma; llamo aquí su forma, al principio de sus admirables facultades, dado que este principio, esta energía de la Piedra, y este espíritu en el cual reside la eficacia de su tintura, es una pura esencia astral impalpable, la cual sólo se manifiesta por los efectos sorprendentes que produce. Los Filósofos hablan a menudo de su Piedra considerada en este sentido. Herrnes lo entiende así cuando dice que el viento la lleva en su vientre; y el Cosmopolita no se aleja en absoluto de este Padre de la Filosofía, cuando asegura que nuestro sujeto está ante los ojos de todo el mundo; que nadie puede vivir sin él, y que todas las Criaturas se sirven de él, pero que pocas personas la perciben. Pues bien, ¿no sois de la opinión de vuestro Autor, y no confesáis que de cualquier manera que consideréis la Piedra es cierto decir que es invisible?

 

PIRÓFILO

     Sería preciso que no tuviese espíritu, ni razón, para no estar de acuerdo con una verdad que me hacéis tocar con el dedo, mostrándome al mismo tiempo el sentido más oculto y más misterioso de las escrituras Filosóficas. Me siento tan ilustrado por todo lo que me decís, que me parece que ni los Autores más abstractos volverán a parecerme oscuros; sin embargo, os agradecería mucho que tuvierais a bien darme vuestra opinión con respecto a la proposición que formula este Autor, de que no es posible buscar la posesión del Mercurio Filosófico de otro modo que por medio de dos cuerpos, uno de los cuales no puede recibir la perfección sin el otro. Este pasaje me parece tan positivo y tan preciso, que no dudo de que sea fundamental en la práctica de la obra.

 

EUDOXIO

     Seguramente no hay otro más fundamental., puesto que este Filósofo os indica en este lugar cómo se forma la Piedra sobre la cual está fundada toda nuestra Filosofía; en efecto, nuestro Mercurio o nuestra Piedra, nace de dos cuerpos: observad sin embargo, que no es la mezcla de dos cuerpos lo que produce nuestro Mercurio o nuestra Piedra: pues acabáis de ver que los cuerpos son contrarios y que no se puede hacer con ellos una perfecta unión: sino que nuestra Piedra nace al contrario de la destrucción de dos cuerpos, los cuales actuando el uno sobre el otro como el varón y la hembra, o como el cuerpo y el espíritu, de una manera tan natural, como. incomprensible para el artista, que presta la ayuda necesaria, dejan enteramente de ser lo que eran antes, para sacar a la luz una producción de una naturaleza y de un origen maravilloso, y que tiene todas las disposiciones necesarias para ser llevada por el arte y por la naturaleza, de perfección en perfección, hasta el grado soberano que está por encima de la naturaleza misma.

     Observad también que estos dos cuerpos que se destruyen y se confunden el uno en el otro para la producción de una tercera sustancia, y uno de los cuales hace el papel de varón y el otro de hembra, son dos agentes que despojándose de su más grosera sustancia en esta acción, cambian de naturaleza para traer al mundo un hijo de un origen más noble y más ilustre que el padre y la madre que le dieron el ser; así muestra al nacer unas marcas visibles que hacen ver evidentemente que el Cielo presidió su nacimiento.

     Observad además que nuestra piedra renace varias veces diferentes, pero que en cada uno de sus nuevos nacimientos tiene siempre su origen en dos cosas. Acabáis de ver cómo empieza naciendo de dos cuerpos: habéis visto que se casa con una Ninfa Celeste, después de haber sido despojada de su forma terrestre para no hacer más que una sola y misma cosa con ella; sabed también que después de haber aparecido de nuevo la Piedra bajo una forma terrestre, tiene que casarse una vez más con una esposa de su misma sangre; de modo que son siempre dos cosas que producen una sola, de una sola y misma especie, y como es una verdad constante, que en todos los diferentes estados de la Piedra, las dos cosas que se unen para darle nuevo nacimiento, vienen de una sola y misma cosa; es también sobre este fundamento de la naturaleza, que apoya el Cosmopolita una verdad incontestable en nuestra Filosofía, a saber, que de uno se hacen dos, y de dos uno, en lo cual terminan todas las operaciones naturales y Filosóficas sin poder ir más lejos.

 

PIRÓFILO

     Me hacéis tan inteligibles y tan palpables estas sublimes verdades, por muy abstractas que sean, que las concibo casi con tanta evidencia, como si fuesen demostraciones Matemáticas. Permitidme, por favor, pediros aún algunas aclaraciones, a fin de que no me quede ninguna duda en lo que respecta a la interpretación de este Autor. He comprendido muy bien que la Piedra nacida de dos sustancias de una misma especie, es un todo homogéneo, y un tercer ser dotado de dos naturalezas que lo hacen suficiente por sí mismo para la generación del hijo del sol: pero me cuesta un poco comprender bien, ¿cómo entiende este Filósofo que la única cosa con que se hace la medicina universal es el agua y el espíritu del cuerpo?

 

EUDOXIO

     El sentido de este pasaje os parecería evidente por sí mismo, si recordaseis que la primera y más importante operación de la práctica de la primera obra, es reducir en agua el cuerpo, que es nuestra Piedra, y que este punto es el más secreto de nuestros misterios. Os he hecho ver que esta agua debe ser vivificada y fecundada por una semilla astral y por un. espíritu celeste, en el cual reside toda la eficacia de la tintura Física: de suerte que si reflexionáis sobre ello, confesaréis que no hay verdad más evidente en nuestra Filosofía que, aquella que vuestro Autor enuncia aquí, a saber, que la única cosa que necesita el sabio para hacer todas las cosas, no es más que el agua y el espíritu del cuerpo. El agua es el cuerpo y el alma de nuestro sujeto; la semilla astral es su espíritu; por esto los Filósofos aseguran que su materia tiene un cuerpo, un alma y un espíritu.

 

PIRÓFILO

     Confieso que me cegaba a mí mismo y que si hubiese reflexionado bien sobre ello, no habría concebido ninguna duda sobre este pasaje: pero he aquí otro, que no es, sin embargo, objeto de duda; pero que no deja por esto de hacerme desear que tengáis la bondad de decirme vuestra opinión sobre estas palabras: a saber, que la única cosa que es sujeto del arte y que no tiene par en el mundo, es sin embargo vil, y se puede tenerla por poco precio.

 

EUDOXIO

     Esta cosa tan preciosa por los dones excelentes que le otorgó el Cielo, es verdaderamente vil en lo que atañe a las sustancias que le dan origen. Su precio no está por encima de las posibilidades de los pobres. Diez sueldos son más que suficientes para adquirir la materia de la Piedra.. Sin embargo, los instrumentos. y los medios necesarios para proseguir las operaciones del arte, requieren algún gasto, esto hizo decir a Geber que la obra no es para los pobres. La materia es, pues, vil, si consideramos el fundamento del arte, puesto que cuesta muy poco; no es menos vil, si se considera exteriormente, lo que le da la perfección, puesto que a este respecto no cuesta nada en absoluto, ya que todo el mundo lo tiene en su poder, dice el Cosmopolita, de suerte que tanto si distinguís estas cosas como si las confundís (como hacen los Filósofos, para engañar a los tontos y a los ignorantes), es una verdad constante que la Piedra es una cosa vil en un sentido: pero que es muy preciosa en otro y que sólo los locos la desprecian por justo juicio de Dios.

 

PIRÓFILO

     Pronto estaré tan instruido como puedo desear; hacedme solamente la merced de decirme cómo se puede saber cuál es el verdadero camino de los Filósofos, puesto que ellos describen varios diferentes, y que parecen con frecuencia opuestos. Sus libros están llenos de una infinidad de operaciones diversas; a saber, de conjunciones, calcinaciones, mezclas, separaciones, sublimaciones, destilaciones, coagulaciones, fijaciones, desecaciones, sobre cada una de las cuales escriben capítulos enteros, lo cual pone a los Artistas en tal aprieto que les es casi imposible salir de él felizmente. Este Filósofo insinúa, al parecer, que como no hay más que una cosa en este gran arte, tampoco hay más que un camino; y por toda razón, dice, que la solución del cuerpo sólo se hace en su propia sangre. Nada encuentro en todo este escrito donde vuestras luces me sean más necesarias que en este punto, que concierne a la práctica de la obra, sobre la cual todos los Filósofos hacen propósito de callarse: os conjuro a que no me las neguéis.

 

EUDOXIO

     No es sin mucha razón que me hacéis esta demanda: concierne al punto esencial de la obra, y yo quisiera de todo corazón poder responder a ella tan directamente como he hecho a muchas de vuestras demás preguntas. Os aseguro que os he dicho siempre la verdad; quisiera ahora hacer lo mismo, pero ya sabéis que los misterios de nuestra ciencia sólo pueden enseñarse con términos misteriosos. Os diré no obstante, sin equívocos, que la intención general de nuestro arte es purificar exactamente, y sutilizar una materia en sí misma inmunda y grosera. He aquí una verdad muy importante que. merece vuestra reflexión.

     Observad que, para llegar a este fin, se requieren varias operaciones, que tendiendo todas sólo a un mismo fin, no son en el fondo consideradas por los Filósofos más que como una sola y misma operación, diversamente continuada. Observad que el fuego separa ante todo las partes heterogéneas, y junta las partes homogéneas de nuestra Piedra: que el fuego secreto produce después el mismo efecto; pero más eficazmente introduciendo en la materia un espíritu ígneo, que abre interiormente la puerta secreta que sutiliza y sublima las partes puras, separándolas de las partes terrestres y quemables. La solución que se hace. después por la adición de la quintaesencia astral, que anima la Piedra, hace una tercera depuración, y la destilación termina por completo, purificando así y sutilizando la Piedra en varios grados diferentes, a los cuales solían los Filósofos dar nombres de otras tantas operaciones diferentes y de conversión de los elementos; se la eleva hasta la perfección, que es la disposición siguiente para llevarla a la más que perfección, por un régimen proporcionado a la intención final del arte, es decir, hasta la perfecta fijación. Veis pues que propiamente hablando, no hay más que una intención en la primera obra, que si los Filósofos describen varias, es porque consideran los diferentes grados de depuraciones, como otras tantas operaciones y caminos diferentes, con la intención (según observa muy bien su Autor) de ocultar este gran arte.

     En cuanto a las palabras con las que concluye su Autor, a saber, que la solución del cuerpo sólo se hace en su propia sangre, debo haceros observar que, en nuestro arte, se hace en tres tiempos diferentes, tres soluciones esenciales, en las cuales el cuerpo sólo se disuelve en su propia sangre, es al principio, en mitad y al final de la obra; observad bien esto. Os he hecho ver ya que en las principales operaciones del arte, hay siempre dos cosas que producen una, que de estas dos cosas una hace el papel de varón y la otra de hembra; una es el cuerpo, la otra es el espíritu: debéis hacer aquí la aplicación. A saber, que en las tres soluciones de que os hablo, el varón y la hembra, el cuerpo y el espíritu, no son otra cosa que el cuerpo y la sangre, y que estas dos cosas son de una misma naturaleza y de una misma especie; de suerte que la solución del cuerpo en su propia sangre, es la solución del varón por la hembra y la del cuerpo por su espíritu. He aquí el orden de estas tres soluciones importantes.

     En vano intentaréis por el fuego la verdadera solución del varón en la primera operación, no la obtendríais jamás, sin la conjunción de la hembra; es en sus abrazos recíprocos cómo se confunden y se cambian uno a otro, para producir un todo homogéneo, diferente de los dos. En vano habríais abierto y sublimado el cuerpo de la Piedra, ésta os sería completamente inútil si no le hicieseis desposar con la mujer que le destinó la naturaleza; ella es este espíritu, en el cual tuvo el cuerpo su primer origen; así, se disuelve en él, como hace el hielo al calor del fuego, tal como observa muy bien vuestro Autor. En fin, trataríais en vano de hacer la perfecta solución del mismo cuerpo, si no reiteraseis sobre él la efusión de su propia sangre, que es su menstruo natural, su mujer y su espíritu todo junto, con el cual se une íntimamente, de modo que no hacen más que una sola y misma sustancia.

 

PIRÓFILO

     Después de todo lo que acabáis de revelarme, nada más tengo que preguntaros sobre la interpretación de este Autor. Comprendo muy bien todas las otras ventajas que atribuye a la Piedra, por encima del Oro y del Mercurio. Concibo también que el despecho de estos dos Campeones, les llevó a unir sus fuerzas, para vencer a la Piedra por las armas, no habiendo podido dominarla por la razón: pero, ¿cómo entendéis vos que la Piedra los dispersó y los destruyó al uno y al otro, de suerte que no quedó el menor vestigio?

 

EUDOXIO

     ¿Ignoráis que el Gran Hermes dijo que la piedra es la fuerza fuerte de toda fuerza ? pues vencerá a toda cosa sutil, y penetrará en toda cosa sólida. Esto es lo que dice aquí vuestro Filósofo en otros términos, para enseñaros que la potencia de la Piedra es tan grande, que nada es capaz de resistirle. Supera en efecto a todos los metales imperfectos, transmutándolos en metales perfectos, de tal manera que no queda ningún vestigio de lo que eran con anterioridad.

 

PIRÓFILO

     Comprendo muy bien estas razones, pero a pesar de todo me queda una duda en lo que atañe a los metales perfectos; el Oro, por ejemplo, es un metal constante y perfecto al que la Piedra no podría devorar.

 

EUDOXIO

     Vuestra duda carece de fundamento: pues de la misma manera que la Piedra, propiamente hablando, no engulle los metales imperfectos, sino que los cambia talmente de naturaleza, que no queda nada que revele lo que eran con anterioridad, así la piedra al no poder engullir el Oro ni transmutarlo en un metal más perfecto lo transmuta en medicina mil veces más perfecta que el Oro, puesto que entonces puede él transmutar mil veces otro tanto de metal imperfecto según el grado de perfección que la piedra recibió del Magisterio.

 

PIRÓFILO

     Reconozco el poco fundamento que tenía mi duda: pero a decir verdad, hay tanta sutileza en las menores palabras de los Filósofos, que no debe pareceres extraño que me haya detenido a menudo en cosas que debían parecerme bastante inteligibles por sí mismas. Sólo me quedan dos preguntas que haceros, con respecto a los dos consejos que da mi Autor a los hijos de la ciencia sobre la manera de proceder, y el fin que deben proponerse en la búsqueda de la medicina universal. Él les aconseja, en primer lugar, que agucen la punta de su espíritu, que lean los escritos de los Sabios con prudencia, que trabajen con exactitud, que actúen sin precipitaciones en una obra tan preciosa porque, dice, que tiene su tiempo ordenado por la naturaleza, lo mismo que los frutos que están en los árboles y los racimos de. uva que tiene la vid. Concibo muy bien la utilidad de estos consejos, pero os ruego que queráis explicarme cómo se debe entender esta limitación del tiempo.

 

EUDOXIO

     Vuestro Autor os explica suficientemente por la comparación de los frutos, que la naturaleza produce en el tiempo ordenado; esta comparación es justa: la Piedra es un campo que el Sabio cultiva, en el cual el arte y la naturaleza sembraron la semilla que debe producir su. fruto. Y como las cuatro estaciones del año son necesarias para la perfecta producción de los frutos, así tiene la piedra sus estaciones determinadas. Su invierno, durante el cual el frío y la humedad dominan en esta tierra preparada y sembrada; su primavera, en la que al calentarse la semilla Filosófica da la Piedra sus estaciones determinadas. Su verano durante el cual madura su fruto y se hace apto para la multiplicación; su otoño, en el que el fruto perfectamente maduro consuela al Sabio que tiene la dicha de cogerlo.

     Para que nada tengáis que desear sobre este tema, debo haceros observar aquí tres cosas. La primera, que el Sabio debe imitar a la naturaleza en la práctica de la obra; y como esta sabia obrera no puede producir nada perfecto, si se violenta su movimiento, así debe el artista dejar actuar interiormente los principios de su materia, administrándole exteriormente un calor proporcionado a su exigencia. La segunda, que el conocimiento de las cuatro estaciones de la obra debe ser la regla que debe seguir el Sabio en los diferentes regímenes. del fuego, suministrándolo a cada cual según lo demuestra la naturaleza, la cual necesita menor calor para hacer florecer los árboles y formar los frutos que para hacer que éstos maduren perfectamente. La tercera, que aunque la obra tenga cuatro estaciones, lo mismo que la naturaleza, no quiere esto decir que las estaciones del arte y las de la naturaleza deban corresponderse exactamente, pues el verano de la obra puede llegar sin inconveniente en el otoño de la naturaleza y su otoño, en el invierno. Basta que el régimen del fuego sea proporcionado a la estación de la obra; es en esto solo que consiste el gran secreto del Régimen, para el cual no puedo daros regla más cierta.

 

PIRÓFILO

     Con este razonamiento y con esta comparación, me hacéis ver claro en un punto del que los Filósofos hicieron uno de sus más grandes misterios, pues la comprensión de los regímenes no se puede sacar de sus escritos; pero veo con suma satisfacción que imitando a la naturaleza y empezando el orden de las estaciones de la obra por el invierno, no debe serle difícil al sabio juzgar cómo por los diversos grados de calor, que corresponden a estas estaciones, puede ayudar a la naturaleza y llevar a una perfecta madurez los frutos de esta planta Filosófica.

     Mi Autor aconseja en segundo lugar a los Hijos de la ciencia, que tengan rectitud de corazón y que se propongan en este trabajo un fin honrado, diciéndoles positivamente que si no están en estas buenas disposiciones, no deben esperar para su obra la bendición del Cielo, de la cual depende todo el éxito. Asegura que Dios sólo comunica un don tan grande, a aquellos que quieren usar bien de él, y priva de él a aquellos que tienen propósito de emplearlo para cometer el mal. Parece que esto no sea más que una manera de hablar que es corriente en los Filósofos; os ruego que me digáis qué reflexiones hay que hacer sobre este último punto.

 

EUDOXIO

     Estáis suficientemente ilustrado en nuestra Filosofía para comprender que la posesión de la medicina universal y el gran Elixir, es el más real de todos los bienes del mundo, el más estimable y el más grande de que puede gozar el hombre. En efecto, las riquezas inmensas, las dignidades soberanas y todas las grandezas de la tierra, no pueden compararse con este precioso tesoro, que es el único de los bienes temporales capaz de llenar el corazón del hombre. Da a quien lo posee una vida larga, exenta de toda clase de enfermedades, y pone en su poder más oro y plata que los que tienen todos los más poderosos Monarcas juntos. Este tesoro tiene además la ventaja particular, sobre todos los otros bienes de la vida, de que el que los disfruta se siente perfectamente satisfecho, incluso con su simple contemplación y no puede sentir jamás el miedo de perderlo.,

     Vos estáis por lo demás plenamente convencido de que Dios gobierna el mundo, de que su divina Providencia hace reinar en él el orden establecido por su sabiduría infinita desde el comienzo de los siglos, y de que esta misma Providencia no es la fatalidad ciega de los antiguos, ni el pretendido encadenamiento, o el orden necesario de las cosas que debe hacerlas seguir sin ninguna distinción, sino que por el contrario, estáis bien persuadido de que la sabiduría de Dios preside todos los acontecimientos que ocurren en el mundo.

     Sobre el doble fundamento que establecen estas dos reflexiones, no podéis dudar de que Dios, que dispone soberanamente de todos los bienes de la tierra, no permite jamás que los que se dedican a la búsqueda de este precioso tesoro, con el propósito de usar mal de él, puedan con su trabajo llegar a su posesión: en efecto, qué males no sería capaz de causar en el mundo un espíritu perverso que no tendría otra intención que satisfacer su ambición y saciar su codicia, si tuviese en su poder, y entre sus manos, este medio seguro de ejecutar sus más criminales empresas; por esto los Filósofos, que conocen perfectamente los males y los desórdenes que podrían producirse en la sociedad civil, si el conocimiento de este gran secreto fuese revelado a los impíos, sólo lo tratan con temor y sólo hablan de él en enigmas, a fin de que sólo sean comprendidos por aquellos cuyo estudio y cuyo trabajo quiere Dios bendecir.

 

PIRÓFILO

     No se encontrará nadie con buen sentido, y temeroso de Dios, que no comparta estas opiniones y que no deba estar enteramente persuadido de que para triunfar en una tan grande y tan importante empresa, hay que suplicar incesantemente a la bondad Divina que ilumine nuestros espíritus y que bendiga nuestros trabajos. Sólo me queda daros muy humildemente las gracias por haberme querido tratar como a un Hijo de la ciencia, por hablarme sinceramente, y por instruirme en tan grandes misterios, con tanta claridad, y de un modo tan inteligible como os estaba permitido hacerlo y como yo podía desear. Afirmo que mi reconocimiento durará tanto como mi vida.

 

Copyright © AZOGUE All right reserved
Prohibida la reproducción total o parcial


Retorno al Índice